La reciente solicitud de concurso preventivo de acreedores por parte de SanCor, una de las cooperativas lácteas más emblemáticas de Argentina, ha generado una fuerte repercusión tanto en el ámbito empresarial como en la opinión pública. Con una deuda que supera los 250 millones de dólares y arrastra conflictos sindicales, baja productividad e inestabilidad operativa, el caso de SanCor se convierte en una muestra clara de cómo la falta de adaptación puede llevar a la caída de incluso las organizaciones más históricas y representativas del país.
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El legado de SanCor: de líder indiscutido a crisis prolongada
Fundada en 1938, SanCor fue durante décadas una de las cooperativas más sólidas del país, símbolo del desarrollo regional en el interior productivo argentino y referente indiscutido en la industria láctea. Supo manejar una red de cientos de tambos asociados, procesar millones de litros de leche al día y exportar productos a más de 30 países.
Sin embargo, desde mediados de los años 2000 comenzó a evidenciar signos de agotamiento estructural. A pesar de haber recibido asistencia estatal en diferentes gobiernos, la organización no logró revertir su declive. En 2017, se concretó la venta de varias marcas y activos a Vicentin (posteriormente también en concurso), en un intento de salvar su operación principal. Pero los problemas de fondo nunca se resolvieron del todo.
1. Un modelo cooperativo que no logró actualizarse
Uno de los principales factores que explican la situación actual de SanCor es la dependencia de un modelo cooperativo tradicional, que funcionó durante buena parte del siglo XX, pero no supo adaptarse a las nuevas reglas del mercado.
Las cooperativas, por su naturaleza, tienden a tener estructuras de gobernanza más complejas, con tomas de decisión colectivas que pueden ser lentas y poco ágiles. En un contexto cada vez más dinámico, con alta competencia y márgenes ajustados, esta lentitud operativa se tradujo en desventajas competitivas evidentes.
Además, el modelo de reparto de excedentes entre productores asociados dificultó la reinversión sostenida en infraestructura, tecnología y capital humano, algo fundamental para el crecimiento en la industria de alimentos.
2. Falta de modernización en procesos y gestión
Mientras empresas competidoras, tanto nacionales como multinacionales, implementaban procesos de digitalización, automatización y mejora continua, SanCor mantuvo esquemas de producción y administración desactualizados.
La resistencia al cambio organizacional, sumada a la ausencia de una visión de transformación digital, impidió que la cooperativa aumentara su productividad o redujera costos. Muchas plantas quedaron obsoletas, y los sistemas internos no ofrecían información actualizada ni eficiencia en la gestión.
Hoy, tecnologías como ERP, IoT y análisis de datos en tiempo real son indispensables para el sector industrial. La falta de adopción de estas herramientas dejó a SanCor rezagada en eficiencia y capacidad de respuesta.
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3. Acumulación de pasivos y pérdida de credibilidad financiera
SanCor arrastra desde hace años una deuda estructural con múltiples actores: trabajadores, proveedores, bancos y organismos públicos. Esta acumulación de pasivos sin un plan estructurado de reestructuración llevó a la cooperativa a una situación de ahogo financiero, con imposibilidad de operar con normalidad.
A pesar de haber recibido fondos del Estado, acuerdos de reestructuración y propuestas de alianzas con inversores privados, las condiciones internas nunca estuvieron maduras para sostener los compromisos asumidos. El pedido de concurso preventivo representa una última herramienta legal para evitar la quiebra definitiva, pero también evidencia la falta de previsión y planificación en la administración financiera.
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4. Conflictos laborales y pérdida de capital humano
Otro punto crítico en esta crisis ha sido la conflictividad laboral sostenida, marcada por huelgas, cierres de plantas y dificultades para mantener la producción activa. La pérdida de trabajadores capacitados y la tensión permanente entre la conducción de la empresa y los sindicatos complicaron aún más un panorama ya desafiante.
El capital humano, lejos de ser un recurso estratégico para la transformación, se convirtió en un factor de riesgo por la falta de una política clara de recursos humanos, capacitación y profesionalización.
Lecciones clave para otras empresas
El caso SanCor es un espejo en el que muchas organizaciones deberían mirarse. Más allá del tipo de sociedad (cooperativa, privada o pública), hay enseñanzas universales que pueden extraerse:
La necesidad de modelos organizativos ágiles
La rigidez en la estructura y la toma de decisiones puede convertirse en una debilidad fatal. Las organizaciones deben buscar estructuras más livianas, equipos empoderados y procesos decisorios dinámicos.
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Inversión en modernización tecnológica
La competitividad actual está fuertemente atada a la capacidad de innovar en procesos. La transformación digital no es opcional: es una condición para sobrevivir en industrias de alta competencia como la alimentaria.
Gestión financiera proactiva
Acumular deudas sin un plan de saneamiento y esperar soluciones externas genera vulnerabilidad. Las empresas deben tener tableros de control financieros, indicadores clave y planes de contingencia bien definidos.
Cultura organizacional abierta al cambio
El estancamiento cultural es tan dañino como la falta de inversión. Una cultura que fomente la mejora continua, la innovación y la adaptación es vital para mantenerse vigente.
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El rol del Estado y los desafíos del cooperativismo
El caso también reabre el debate sobre el rol del Estado en la asistencia a empresas en crisis y sobre la viabilidad del cooperativismo tradicional en entornos de alta competencia. SanCor recibió a lo largo de su historia asistencia estatal en diversas formas: subsidios, créditos, refinanciaciones. Sin embargo, sin una reestructuración interna profunda, ese apoyo se diluyó.
Asimismo, pone en agenda la necesidad de repensar el modelo cooperativo, modernizándolo y dotándolo de herramientas que permitan profesionalizar la gestión, diversificar los ingresos y asegurar la sustentabilidad a largo plazo.
Conclusión
La situación fiscal y operativa de SanCor representa una advertencia para el mundo empresario. No se trata solo de una crisis económica, sino de un fracaso de gestión, adaptación y previsión. La lección más valiosa es que ninguna empresa, por sólida o histórica que sea, está exenta de caer si no se reinventa a tiempo.

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