¿Cómo convertir el establecimiento de objetivos en disciplina?

El establecimiento de objetivos empresariales puede convertirse en todo un desafío cuando no existe la suficiente disciplina de parte de los colaboradores, pero lo cierto es que fijar el hábito de la disciplina no depende únicamente de los trabajadores sino de la dirección y todo el conjunto que opera dentro de una organización. Trabajar con disciplina implica ajustarse a ciertos parámetros de cumplimiento y estructura que permitan agilizar el proceso de ejecución de dichos objetivos de manera segura, eficiente y escalable.

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La falta de disciplina en los trabajadores generalmente se debe a la desmotivación laboral típica de las actividades y tareas que no terminan de agradar o sumar al crecimiento profesional de las personas, a la vez que no están representados con los valores y visión de la empresa. En el caso de los ejecutivos o líderes, la disciplina está ligada a la ética de trabajo disciplinada, que básicamente busca optimizar la eficiencia para inspirar a su equipo y que mantengan el mismo parámetro de disciplina en el tiempo.

Sin embargo, lograr esto no es tan sencillo porque influyen en el día a día un montón de factores, además de la desmotivación. El agotamiento físico y mental puede generar que tanto la fuerza de voluntad como la disciplina se vean alteradas y decaigan. La consigna está en evitar llegar al agotamiento y a la desmotivación con prácticas que fomenten la concentración y el desarrollo de la creatividad. En este artículo, te sugerimos una serie de prácticas para convertir el establecimiento de objetivos en disciplina y entender su importancia para alcanzar el éxito en los negocios.

Prácticas para lograr un establecimiento de objetivos disciplinado

La disciplina es la habilidad de las personas para conseguir una meta u objetivo determinado. Agiliza cualquier proceso por el cual se espera obtener algo, por lo que adquirir disciplina permite alcanzar mejores resultados. A continuación, enumeramos diversas prácticas que pueden ayudarte a fortalecer esa disciplina para alcanzar tus objetivos de la mejor manera posible.

1. Establecer objetivos claros.

Una de las razones de no ser disciplinado/a es no saber lo que estás tratando de alcanzar. Por consiguiente, tómate el tiempo necesario para establecer metas y objetivos claros para tu negocio. Piensa en lo que quieres lograr a corto y largo plazo, y una vez que tengas una comprensión adecuada de tus objetivos, puedes empezar a diseñar un plan de acción para llevarlo a cabo.

2. Ajustarse a un horario de trabajo determinado.

Para lograr disciplina o comenzar a moldearla es necesario atenerse a un horario específico y cumplirlo siempre en lo posible. Decide a qué hora comienza tu rutina cada día y esfuérzate por seguir esa regla. Para hacerlo factible, asegúrate de fijar horarios que se adapten a tus necesidades para que no te cueste cumplirlos. Esta práctica abarca tanto a líderes como a colaboradores. Obviamente que habrá acciones o tareas que requieran desviarse de tu horario, pero si no hay imprevistos o urgentes, trata de ceñirte a este tanto como te permitan tus posibilidades.

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3. Tomar pequeños descansos periódicos.

Aunque suene paradójico, tomar descansos justamente puede contribuir a mejorar la disciplina en el trabajo y ayudará a enfocarte más y más profundamente en el establecimiento de objetivos. Tomarte descansos te permite despejar la mente cuando se sobresatura de trabajo, ideas e incertidumbres, lo que puede mejorar significativamente tu concentración.

4. Eliminar las distracciones o la procrastinación.

En el otro extremo de la balanza, a veces descansar implica distraer la atención hacia otra parte por momentos demasiado prolongados para mantener cierta disciplina. Pero las distracciones pueden llegar de diversas maneras, no solo de ponerse a descansar. 

Las notificaciones constantes de correos electrónicos son molestas y a menudo generan distracciones y pérdida del hilo conductor de lo que estabas haciendo con tanto esmero. Comienza a desactivar esas notificaciones inoportunas, silencia el teléfono y no entres a las redes mientras estás con una tarea muy compleja y que requiere de todo tu esmero.

5. Definir plazos.

Si eres detallista o perfeccionista con tu trabajo, es posible que te cueste finalizar una tarea hasta tanto no asegurarte de que está como la imaginaste en tu cabeza. Para evitar una postergación indefinida del momento de entrega, establece una fecha límite. Si tienes una jerarquía por encima de tu rol, tu líder se encargará de ponerte la fecha límite, pero si eres el dueño o el CEO de una empresa, al límite tendrás que marcarlo tú para que el resto del organigrama que se desprende de tus actividades funcione correctamente según lo planeado en tus objetivos.

6. Delegar tareas.

Y finalmente, una de las acciones más importantes y difíciles para adquirir disciplina es la delegación de tareas. Comienza a evitar el pensamiento de que si no lo haces tú nadie más lo hará mejor, porque entonces nunca delegarás nada y terminarás sobreexplotado de trabajo que te mantendrá retrasado, porque estarás concentrando una carga muy grande de trabajo que podrías distribuir en tu equipo, si te tomas el tiempo y la paciencia para instruir a tus colaboradores y transmitir la consigna de una forma clara y sencilla. 

Liberarte de tanto trabajo te permitirá enfocarte en las tareas que realmente te aporten valor y hagan avanzar a la organización. Esto va a contribuir al establecimiento de objetivos de manera efectiva.

Importancia de la disciplina en el establecimiento de objetivos

Obtener disciplina es el camino que debe trazar cada integrante de tu empresa para alcanzar cualquier objetivo. De lo contrario, el cumplimiento de toda meta es incierto y problemático. En este sentido, tanto la disciplina como la definición de objetivos se complementan como un todo: definir objetivos te permite adquirir disciplina y la disciplina te ayuda a tener objetivos a largo plazo. 

Además, está comprobado que generalmente las personas más disciplinadas en sus tareas y actividades suelen ser las más exitosas o las que llevan sus proyectos e iniciativas de negocios hacia el éxito. Esto no significa que la falta de disciplina sea un impedimento para el éxito, pero sí supondrá un obstáculo y un mayor esfuerzo, porque alcanzar un objetivo sin la disciplina necesaria llevará mucho más tiempo y riesgos de que sucedan contratiempos en el camino.

Entonces, un camino con disciplina es cien veces más conveniente y asegura el éxito que un camino que prescinde de ella. Cuando las cosas se complican, es muy fácil darse por vencido, pero con disciplina seguirás adelante en tus metas aunque sea difícil. Al mismo tiempo, la disciplina te ayuda a mantener la motivación para no claudicar en el logro de tus objetivos, incluso cuando no veas los resultados esperados en el corto plazo. 

Finalmente, la disciplina te fortalece el temperamento para no retroceder, sin importar qué tan intrincado sea el camino y los sacrificios que tengas que hacer para cosechar el éxito, al final del día.

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En líneas generales, el establecimiento de objetivos es fundamental para crear el hábito de la disciplina y, a la vez, la disciplina va a facilitar el trayecto hacia el alcance de tus objetivos, por lo que ambos conceptos, disciplina y objetivos, se complementan y retroalimentan buscando el crecimiento tanto personal como profesional.