La alineación empresarial suele ser uno de los propósitos más perseguidos de la mayoría de las empresas en la actualidad y, si bien a nivel estratégico es importante, para los procesos interdepartamentales no es un requerimiento indispensable ya que cada área traza objetivos específicos y diferentes que no es factible intentar alinear a la fuerza. Estamos de acuerdo en que los procesos y proyectos deben estar alineados con la estrategia organizacional pero muchas veces llevar al extremo esta búsqueda de perfección no es una buena idea.
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El objetivo de la alineación empresarial es lograr que los colaboradores de distintos niveles, procesos, estructura organizacional y tecnologías se mantengan enfocados en el cumplimiento de la visión, misión, objetivos y estrategias de la empresa. No se trata de un proceso definitivo y único sino que debe estar en constante revisión para articularlo con las metas y objetivos de la empresa, a fin de generar valor.
Lograr la alineación empresarial implica que las actividades que se realicen impacten positivamente en el cumplimiento de los objetivos, pero esto no debe significar que incluso todos los procesos interdepartamentales tienen que compartir esta alineación entre sí como si realizaran las mismas actividades y obtuvieran siempre los mismos resultados.
Por eso buscamos con este artículo desmitificar la idea de que todo el trabajo de una organización debe alinearse, sino lo justo y necesario para alcanzar los objetivos estratégicos. En realidad, un poco de desalineación está dentro de los parámetros normales para evitar el estancamiento.
¿Cuál es el límite de la alineación empresarial?
Muchas veces, los objetivos de cada área son contraproducentes para esta necesidad de alineación porque el área de ventas, por ejemplo, pretende vender cada vez más y aumentar su ticket promedio, es decir, aumentar la rentabilidad. No obstante, para poder vender cada vez más y más caro, la empresa tiene que poder ser más específica y más certera en las necesidades del cliente que se debe atender.
Obligadamente, las empresas deben acomodarse al modo en que las necesidades del cliente cambian. Hay que entender que las necesidades de antaño no son las mismas que las que tenemos ahora, porque parte de la evolución humana reside en hacer las cosas de un modo diferente para mejorar la calidad de vida de las personas. Si la vida, el mundo no cambia, las sociedades tienden a estancarse y no progresar. Los cambios, aunque generen crisis, son necesarios para dar paso a la mejora, y la alineación empresarial no es la excepción.
Una vez que tu empresa resuelve un problema o satisface una necesidad, automáticamente se crea otra que supera a la primera en complejidad. Por cada nueva necesidad que resuelves, se pone en jaque todo lo que construiste atrás en el tiempo, y de nuevo surge la inquietud de si podemos hacer que los productos o servicios populares en el pasado se mantengan vigentes en el presente y futuro sin tener que cambiar los procesos clave para lograrlo.
El proceso de fabricación tiene el objetivo de producir artículos de la mejor calidad posible y lo más barato posible, por lo que si la producción continuara teniendo la oportunidad de seguir fabricando un producto que satisfizo una necesidad del pasado, la producción sería perfecta, pero esto no es viable ni realista en la época actual de constantes fluctuaciones en el mercado.
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Las necesidades de las personas cambian constantemente, de igual manera que las necesidades del área de ventas para comercializar nuevos productos enfocados en los consumidores actuales. La producción le pide materiales al área de compra y esta debería comprar sus materias primas lo más eficientemente posible. Esto solo se puede lograr cerrando contratos con proveedores a muy largo plazo. Pero el proveedor solo va a rebajar los precios mientras más le compres.
Aunque la producción está cambiando constantemente, debido a la presión de ventas por lanzar nuevos productos y servicios, que obedecen a los cambios del mercado, entonces, Compras no se puede comprometer con el proveedor de que le va a comprar una determinada cantidad de materiales porque quizá después no la termine utilizando.
La producción va a desear comprar la mayor cantidad de material posible para no quedarse sin stock. Sin embargo, la administración no va a querer tener su dinero parado en stock, puesto que estamos hablando de dinero que no está girando la empresa.
Los objetivos de cada área no necesariamente deben estar alineados y esto es correcto. En el momento en que todo está perfecto, o la empresa salta hacia un nuevo estadío o directamente se funde porque es como obligar a todos los elementos de un sistema a cumplir con la misma función, así como no puedes hacer que marketing venda como el área comercial. Este es el principio por el cual la desalineación no debe tomarse como algo negativo y en cambio sí como una oportunidad para hacer que las cosas sucedan de la mejor manera posible.
El alineamiento empresarial debe existir pero debe ser parcial y reservado a la alineación con los objetivos estratégicos, por lo que no es un requisito la alineación total. De hecho, a la vez, tiene que existir cierto desalineamiento pero no debe ser muy grande para no generar un caos. El secreto está en conseguir ese equilibrio justo y ese nivel de desalineamiento permitido debe estar alineado con el objetivo que tiene la empresa para mantenerse a flote.
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En resumen, la alineación empresarial es la búsqueda de coherencia y consistencia entre el plan estratégico, la cultura empresarial, los procesos y proyectos que colaboran para el cumplimiento de los objetivos organizacionales. Permite que los colaboradores e involucrados en tu empresa se enfoquen en el logro de esos objetivos y orienten su trabajo a su logro.
Sin embargo, no es recomendable ir más allá de la alineación aceptable para mantener la estrategia, ya que los procesos interdepartamentales tienen sus propios objetivos y deben asegurarse su alcance en el tiempo definido, atendiendo a las necesidades de los clientes, antes de intentar replicar lo que sucede en las otras áreas.
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