Sin duda, hubo un antes y un después de la pandemia tanto para la vida personal como para el entorno empresarial, y uno de esos cambios que sellaron la frontera de la nueva normalidad es el trabajo remoto. Al principio, era todo un desafío para las empresas migrar fuera de las oficinas y aceptar que cada trabajador realizara sus actividades completamente desde su casa. Sin embargo, el esfuerzo por mantenerse activos les permitió descubrir las enormes posibilidades que ofrece esta modalidad de trabajo, entre las que se destaca una mayor flexibilidad.
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La imperiosa necesidad de no frenar la actividad empresarial aceleró también el desarrollo de numerosas aplicaciones y tecnologías para mantener una comunicación en remoto más fluida y no perder el seguimiento de lo que hacía cada colaborador mientras duraba el aislamiento. La experiencia terminó siendo más satisfactoria de lo que imaginaban muchas empresas, puesto que antes de la pandemia ya existía el trabajo remoto para algunas empresas puramente digitales y estaban adaptadas a esa rutina.
Entonces, a pesar de que numerosas empresas retornaron a la presencialidad, otras, al descubrir que se ahorraban un montón de costos en infraestructura y podían realizar todas sus actividades desde cualquier lugar que tuviera una conexión de internet segura, decidieron mantener la modalidad remota. No obstante las diversas ventajas, hay que tener en cuenta el impacto psicológico que ocasiona la falta de interacción social que desencadena este modelo. En este artículo, analizamos la relación entre el modelo remoto y la salud mental, y qué efectos podría generar en las personas a largo plazo.
Consecuencias del modelo remoto en la salud mental
Como todo en la vida, los extremos resultan perjudiciales para el bienestar de las personas. Así como el trabajo remoto puede aportar grandes beneficios para la salud física y mental, del mismo modo puede generar consecuencias negativas en ambos, si no tratamos de encontrar un sano equilibrio. Pero como la salud mental de cada individuo no responde a los mismos estímulos, quizá haya personas que amen teletrabajar, y no interactuar con otras personas realmente les genere paz mental.
Pero para quienes sí están acostumbrados al contacto social, el trabajo remoto permanente los puede afectar emocionalmente. Aquí enumeramos las consecuencias principales de un trabajo remoto mal regulado.
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1. Aislamiento.
Las personas que mantenían una sana interacción física con su entorno, a partir del trabajo remoto esto puede cambiar, porque al abandonar la rutina de viaje hacia una oficina presencial se deja de relacionarse con personas diferentes a las del ambiente familiar. La comodidad y conveniencia del trabajo remoto puede generar dependencia y que inconscientemente la persona que trabaja bajo este modelo se haga cada vez más ermitaña a un nivel poco saludable.
Probablemente, no lo note en su propia persona pero otros a su alrededor lo notarán cuando prefiera interactuar a la distancia en lugar de trasladarse y pasar su tiempo libre en compañía de otras personas sin herramientas digitales de por medio. Si bien habrá gente que encuentre esto un beneficio en sí mismo a la falta de interacción física, lo cierto es que el aislamiento del trabajo remoto puede provocar ostracismo y tendencia antisocial marcada.
2. Sobrecarga de trabajo.
Es innegable que aunque se haya demostrado que el trabajo remoto funcione y haga más productivas a las personas, todavía pesa la libertad ganada fuera de la oficina que, quiérase o no, obliga a compensar lo que muchos aún consideran un beneficio a través de un mayor esfuerzo y más horas de trabajo. Esta reacción de los teletrabajadores quizá no se generaría si los propios gerentes y supervisores no crearan las condiciones necesarias para que se sientan intimidados si no dan reportes constantemente de lo que hacen y dejan de hacer, lo cual es entendible.
Sin embargo, cumplidas la cantidad de horas o de objetivos realizados, la persona no debería tener ninguna obligación de trabajar más de la cuenta y poder desconectarse digitalmente de su trabajo. Muchas veces, empleadores y trabajadores suelen restar legitimidad al trabajo remoto como si se tratara de menos trabajo, cuando en realidad no es la cantidad de trabajo lo que cambia sino el lugar y la forma de trabajar.
3. Superposición entre la vida laboral y personal.
Por el mismo motivo antes mencionado, las personas que teletrabajan no logran poner límites a sus líderes y terminan ocupando gran parte de su día trabajando, aunque con horarios bastante no lineales. Esto puede significar una flexibilidad interesante de trabajar en el horario que elijas, pero también implica menos estructura y más desbalance entre la vida laboral y personal.
Si los horarios de oficina no se mantienen en el home office, o se mantiene un horario exclusivo para trabajar, los tiempos libre de la familia que conviva con el teletrabajador no podrán coincidir casi nunca con sus tiempos libres si constantemente está realizando alguna tarea del trabajo. En consecuencia, la persona puede sufrir ansiedad y depresión, producto de esa falta de interacción con su propio entorno, al permitir que el trabajo ocupe el lugar que le corresponde a su vida personal.
4. Exceso de uso de herramientas digitales.
Las distintas plataformas digitales presentan diversas ventajas a la hora de mantener la comunicación con otros miembros de la empresa. Las más actualizadas, incluyen distintas funciones para interactuar y trabajar en línea mientras las personas se conectan en una reunión. Hoy en día, existen herramientas cada vez más completas que facilitan la colaboración y la integración de aplicaciones, pero más herramientas de comunicación no implica que efectivamente la comunicación entre los miembros de un equipo mejore.
De hecho, puede producir el efecto contrario y llegar a sobresaturar a las personas que utilizan muchas horas estas plataformas provocándoles un tipo de estrés vinculado al uso de Zoom y otras plataformas de videollamadas. Esta dependencia a los medios digitales puede generar ansiedad y pérdida progresiva del interés en socializar, porque las reuniones por Meet o Zoom en la mayoría de los casos se sentirán forzadas y frías en comparación con una reunión presencial donde todos se perciben y comparten el mismo espacio.
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Un estudio realizado por Microsoft sobre Tendencias laborales en 31 países durante 2021 reveló elevados índices de estrés y agotamiento general a raíz del trabajo remoto permanente. Un 54% de los encuestados señaló sentirse sobrecargado de trabajo, mientras que un 39% admitió estar mentalmente agotado. En la actualidad, si bien muchas empresas regresaron a la presencialidad u otras se adaptaron con éxito a la modalidad de teletrabajo, aún perdura la fisura entre el modelo de trabajo remoto y la salud mental, incluso cuando muchas personas en un principio sientan paz trabajando desde sus casas.
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