La pandemia del COVID-19 significó, sin duda, un punto de inflexión para la economía de muchas empresas, en especial, porque se tuvieron que enfrentar al enorme desafío de mantener la productividad pese a que la mayoría se vieron en la obligación de cerrar sus oficinas e implementar el modelo remoto, haciendo uso de las tecnologías digitales para mantenerse conectados a la distancia.
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Si bien lo que el COVID 19 nos dejó fueron muchas consecuencias negativas a nivel salud, social y economía, también es cierto que impulsó numerosos cambios estructurales que permitieron el crecimiento en el ámbito tecnológico, que quizá en condiciones normales habrían tardado meses o años en implementarse.
El aislamiento social propiciado por la pandemia obligó a las personas a recluirse en los hogares más tiempo del que esperaban y adaptarse a la modalidad home office para continuar las actividades como si estuviesen en las oficinas. Cabe aclarar que hubo actividades que se vieron afectadas y obligadas a detener su producción porque las fábricas no podían gestionarse de manera remota.
Sin embargo, en medio de la incertidumbre causada por el COVID, muchas empresas de la industria del desarrollo de software lograron reinventarse gracias a la digitalización de los procesos de trabajo. Otras empresas, no tuvieron tanta suerte y, si bien se esforzaron por incorporar herramientas digitales, sus equipos de trabajo no resultaron ser lo productivos que hubieran deseado fuera de sus oficinas.
Sobre lo que el COVID 19 nos dejó se tratará este artículo, en el cual trataremos de identificar las principales consecuencias de la pandemia en el ámbito empresarial y qué podemos esperar para el futuro.
Consecuencias negativas de la pandemia en el ámbito empresarial
La crisis económica generada por el coronavirus ha motivado la suspensión parcial o total de las actividades productivas. En especial, se destacan tres grupos de sectores que más sufrieron el impacto de la crisis sanitaria. Los sectores más afectados fueron el comercio mayorista y minorista, las actividades comunitarias, sociales y personales, como por ejemplo, la actividad de los hoteles y restaurantes, la industria inmobiliaria, la producción de bienes y servicios de las fábricas que requerían sí o sí empleados trabajando de forma presencial, entre otras.
En este sentido, la crisis afectó en mayor medida a empresas de sectores industriales que obligaban a la actividad de trabajo humano presencial no esencial, por lo que la mayoría tuvo que detener su producción, al menos durante los períodos de rebrote de la pandemia.
En consecuencia, el sector privado de algunas economías en crisis se vio empobrecido perdiendo un capital importante de sus ingresos. A eso había que sumarle una baja considerable en el consumo masivo. Las personas compraban solo lo esencial por la psicosis colectiva debido a los efectos de un virus desconocido hasta el momento.
Asimismo, si bien con el tiempo el comercio electrónico creció como nunca antes durante la crisis sanitaria, los compradores al principio desconfiaban de los canales digitales para comprar debido a la gran proliferación de estafas virtuales que también se empezaron a incrementar a partir de la pandemia.
Sin embargo, no todas fueron consecuencias negativas a propósito de la pandemia, sino que después de todo, incluso las peores crisis generan oportunidades.
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Lo que el COVID 19 nos dejó de positivo
No todo fue muertes, saturación del sistema sanitario y crisis económica, también la pandemia permitió que las personas se reinventaran a sí mismas planteándose nuevos desafíos de crecimiento a través del uso de nuevas tecnologías, formas de trabajo más flexibles y mayor conciencia social.
A continuación, rescatamos 5 marcas positivas que nos dejó el COVID a nivel empresarial.
1. La implementación del teletrabajo y modalidades flexibles.
Sin duda, el primer lugar en el ranking corresponde al teletrabajo o trabajo remoto que significó una oportunidad muy interesante para probar la eficacia de una modalidad en remoto, en donde las personas trabajan a la distancia desde sus casas empleando herramientas digitales de comunicación y gestión de trabajo.
El cambio a la modalidad home office o teletrabajo, para un gran número de empresas, implicó un cambio positivo en la forma de gestionar el trabajo de los colaboradores. Esto se puso de manifiesto en los incrementos de la productividad de estas empresas, gracias a que las personas ahorraron tiempo en desplazamientos y se pudieron concentrar mejor en las actividades laborales desde entornos más propicios y afines.
El paso del tiempo y el paulatino regreso a la normalidad permitió que el trabajo remoto se convirtiera en una alternativa más para trabajar, que admitía hasta legislación laboral para su implementación de forma permanente.
Como se generó bastante polémica en relación con el home office permanente, muchas empresas comprendieron que el cambio repentino del trabajo presencial al remoto era inviable o al menos contraproducente para la comunicación empresarial. Por este motivo, decidieron llevar a cabo un balance entre estas dos modalidades, combinando días de trabajo en la oficina y otros en la casa, en una modalidad conocida como híbrida.
En la actualidad, si bien cada vez más empresas están regresando al trabajo oficinista, los colaboradores tienen la libertad para escoger varios días a la semana para trabajar desde sus casas.
2. Aceleración de la transformación digital en las empresas.
En los últimos años, la tecnología cambió la manera de trabajar de las empresas y las ayudó a ser más productivas, por lo que esta productividad se tradujo en resultados y logros positivos a nivel rentabilidad.
Es por esto que las empresas en crecimiento que ya estaban empezando a implementar herramientas digitales no tuvieron problemas de trabajar en remoto durante la pandemia porque varias de estas directamente nacieron digitales, a diferencia de las más tradicionales que sí se vieron afectadas en sus ingresos.
3. Mayor sostenibilidad de los roles empresariales y preocupación por el impacto medioambiental.
La pandemia motivó también que muchas empresas se preocuparan por mejorar la calidad de vida de las personas, por lo que advirtieron que el impacto ambiental a largo plazo nos terminaría afectando negativamente. En este contexto, el objetivo se orientó hacia la creación de negocios más sustentables y que redujeran la contaminación, el efecto invernadero y otros factores perjudiciales para la salud del planeta.
4. Impacto del comercio electrónico en el mercado.
El hecho de que los consumidores no pudieran realizar sus compras en tiendas físicas a causa del confinamiento, impulsó las compras virtuales a través de canales adaptados para eso como las plataformas de comercio electrónico, que obtuvieron un enorme crecimiento en pocos meses.
Así, gigantes como MercadoLibre se posicionan como una de las empresas de este rubro más escalables de Latinoamérica con proyección internacional. De esta forma, el descreimiento o desconfianza inicial de las personas con respecto a la seguridad de las transacciones monetarias para las compras virtuales se fue lentamente disipando y hoy en día los consumidores realizan la mayoría de sus trámites por internet, desde pagos online de facturas hasta importantes compras.
5. Responsabilidad social de las empresas frente al impacto de la pandemia.
Los líderes empresariales entendieron que esta pandemia perjudicó la vida de un sinnúmero de personas en todo el mundo y todavía lo seguirá haciendo. Por lo que es su deber garantizar la seguridad de todos sus colaboradores y las condiciones laborales, a fin de que puedan desempeñar sus funciones sin riesgos sobre su integridad física, moral o emocional.
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En conclusión, lo que el COVID 19 nos dejó fue un gran impacto global que se bifurcó en distintas consecuencias tanto positivas como negativas, como hemos advertido, pero lo importante es que una vez más una pandemia no nos impidió avanzar, puesto que la resiliencia humana nos permitió convertir una crisis que parecía engullirnos en una oportunidad de crecimiento y aprendizaje genuinos.
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