A menudo, en el entorno empresarial damos por sentado que jefe y líder representan exactamente lo mismo. Generalmente, designamos con el nombre de jefe a un líder y asumimos que un jefe es necesariamente un líder. Sin embargo, esto no se aplica en la mayoría de las veces, ya que si bien la misma persona puede cumplir ambos roles, en la praxis diaria esto no se cumple. El liderazgo en las empresas es una condición y una facultad de algunas personas independientemente de si ocupan un puesto jerárquico.
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Un buen jefe de área no necesita ser un gran líder, pero algunos líderes no cumplen el rol de jefes. No obstante, para llevar adelante una empresa y construir equipos de trabajo exitosos, es necesario contar con ambos roles, y si están dentro de una misma persona, mucho mejor, más completo es su desarrollo profesional. El jefe es básicamente quien se encuentra al mando de una área determinada y coordina al equipo que desempeña una actividad para esta.
El liderazgo va un paso más allá de la jerarquía del puesto de mando o de poder, un líder va a saber motivar a los colaboradores para que alcancen sus objetivos y apoyen la visión general de la organización. En este artículo, nos planteamos dejar en claro cómo impacta el liderazgo en el desarrollo de equipos, ya sea, contribuyendo a su fortalecimiento o destrucción.
¿Qué diferencia a un líder de un jefe?
Los buenos líderes guían a la empresa en la dirección correcta, fomentan el sentido de pertenencia e inspiran a los colaboradores a compartir la visión empresarial y lideran con el ejemplo. En pocas palabras, son quienes deciden el rumbo a seguir por la organización. El liderazgo reúne varias características importantes para impulsar una empresa.
Entre las características más valoradas, sin duda, podemos hablar de tener inteligencia emocional para motivar a un equipo, contar con creatividad necesaria para pensar fuera de la caja y desafiar lo establecido, orientar a los equipos a dar siempre lo mejor de sí, además de resolver problemas tomando decisiones relevantes y asumir riesgos en determinados momentos para gestionar el cambio y mejorar la manera de hacer las cosas.
Un buen jefe, en cambio, son los que brindan claridad y orientación a los integrantes de un equipo y se encargan de propiciar el compromiso del colaborador con la organización. Aunque no inspiren y motiven continuamente a permanecer alineados con la visión empresarial, su rol se centra en proporcionar herramientas para que el equipo logre los objetivos de cada día, ayudar si es necesario, prestar seguimiento a los procesos y corregir errores para generar oportunidades de crecimiento.
También los buenos jefes se van a preocupar por asegurar el desarrollo profesional de los colaboradores para que cada vez trabajen de la mejor manera, logrando eficiencia y precisión en las tareas. Focalizar en este punto permitirá explotar ciertas habilidades ocultas o no desarrolladas que pueden marcar la diferencia y agregar valor a la hora de gestionar una mejora en la calidad de un producto o servicio.
Cabe destacar que los buenos jefes delegan funciones y responsabilidades cuando descubren que pueden confiar en su equipo para realizarlas de la manera que esperan, como así también planificar y organizar las próximas tareas a realizarse por el equipo en el futuro. Al igual que los buenos líderes, también están capacitados para resolver problemas y fortalecer al equipo en sus desafíos diarios.
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Tipos de liderazgo
En el mundo empresarial existen varios tipos de liderazgo que pueden desarrollar las personas que asumen un rol importante dentro de la organización.
1. Laissez faire.
Este tipo de liderazgo asume que las personas tienen las competencias y experiencias necesarias para desempeñar sus funciones y que no necesitan que un directivo intervenga para que estas se desarrollen y cumplan de la manera adecuada, por lo que toda intromisión o control puede ser perjudicial para el correcto funcionamiento y devenir de las actividades.
2. Democrático.
El líder democrático es quien promueve la participación de todo el equipo, teniendo en cuenta la opinión e ideas de cada uno de los miembros de un equipo, lo que ayuda a construir una cultura organizacional más equilibrada, donde predomine el diálogo y los colaboradores se sientan parte importante de la empresa. Esto hará que su compromiso aumente porque los líderes democráticos creen en ellos como generadores de ideas e iniciativas.
3. Transaccional.
El liderazgo transaccional se basa en un sistema de recompensas, en donde el líder premia a los colaboradores por su desempeño y buenos resultados con incentivos que promueven siempre un mayor esfuerzo y compromiso para cumplir con los objetivos. La función principal de este líder es elaborar estructuras para que cada integrante del equipo pueda lograr sus metas con éxito.
4. Transformacional.
Los líderes transformacionales impulsan la innovación, ya que poseen grandes habilidades comunicacionales y moderadoras para acercar a las personas y promover un ambiente de trabajo colaborativo y proactivo.
5. Situacional.
Se trata de un liderazgo flexible que se adapta a las circunstancias cambiantes. Un líder de estas características va a conocer las necesidades de la empresa así como lo que sus colaboradores tienen para ofrecer de valor para cubrir esas necesidades específicas.
Buenas prácticas para fomentar equipos de trabajo eficientes
Hemos abordado los tipos de liderazgo más conocidos y delimitamos las principales diferencias entre líder y jefe. Ahora vamos a concluir el artículo explicando brevemente las mejores prácticas para obtener equipos de trabajo eficientes a través de un liderazgo saludable.
- Tener objetivos definidos y medidos para mantener un seguimiento de los progresos y detectar fallas y oportunidades de mejora.
- Definir los roles de cada miembro y delegar si hace falta.
- Formalizar los procesos para que todos los colaboradores realicen las tareas y actividades siguiendo un orden y estructura afín.
- Promover la comunicación interna para crear un clima laboral saludable y lograr mayor colaboración de equipo en pos de repartir mejor los esfuerzos del éxito.
- Generar confianza y respeto mutuos tanto dentro del ámbito laboral como en lo personal.
- Fomentar la participación de todos los miembros del equipo para que aporten sus ideas, comentarios, incluso puntos de vistas diferentes y hasta objeciones a la gestión.
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En conclusión, promover un sano liderazgo en el desarrollo de equipos de trabajo es fundamental para que el ambiente de oficina sea agradable y al aunar esfuerzos se cosechen más que buenos resultados. Además, se puede ser excelente jefe o gerente, coordinar y organizar a largo plazo, ser competitivo y tener muchos conocimientos de gestión, pero sin una base de inteligencia emocional para transmitir del modo adecuado las enseñanzas, será difícil inspirar y fomentar la visión de la empresa en la gente que forma parte día a día de la organización.
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