La economía global enfrenta una nueva etapa de tensión e incertidumbre a raíz de la reciente decisión de Estados Unidos de aplicar aranceles generalizados del 10% a todas sus importaciones, con aumentos selectivos que alcanzan hasta el 145% para productos provenientes de China. Esta medida, impulsada como una política de reactivación económica interna, ha provocado un inmediato efecto dominó en el comercio internacional, afectando tanto a mercados desarrollados como emergentes.
Desde la irrupción de la pandemia en 2020, el mundo había comenzado a transitar un proceso de recuperación caracterizado por una fuerte interdependencia comercial, el impulso de los bloques regionales y la digitalización acelerada. Sin embargo, este nuevo giro proteccionista reactiva viejas tensiones y obliga a gobiernos, empresas y organismos multilaterales a revisar sus estrategias económicas, de inversión y exportación.
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Un nuevo mapa comercial en formación
La primera consecuencia visible ha sido la reacción de los principales socios comerciales de EE.UU., que respondieron aplicando aranceles recíprocos a productos norteamericanos o anunciando nuevas rondas de negociaciones con economías alternativas.
Las bolsas globales acusaron el golpe: el índice Nikkei cayó un 4%, los principales índices europeos retrocedieron un promedio del 2,5% y el Dow Jones perdió más de 4.000 puntos en apenas dos días. Esta volatilidad refleja el nerviosismo de los inversores frente a un escenario de menor apertura comercial y mayores costos para las cadenas de suministro globales.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtieron que este tipo de medidas podría desacelerar el crecimiento global proyectado para 2025, llevándolo al 3,1% si se sostienen las tensiones arancelarias. A su vez, señalan el riesgo de una inflación internacional impulsada por mayores costos de importación y ajustes en los precios de los commodities.
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América Latina ante el cambio: vulnerabilidades y posibilidades
América Latina, en su rol de proveedor estratégico de materias primas, productos agrícolas y manufacturas livianas, se encuentra en una situación de doble filo. Por un lado, algunas economías regionales se verán afectadas directamente si sus productos comienzan a pagar aranceles para ingresar al mercado estadounidense. Por otro, se abre una ventana de oportunidad para ocupar espacios en mercados hoy disputados por actores que perderán competitividad por las barreras comerciales.
Argentina, por ejemplo, enfrenta desafíos concretos si se reduce la competitividad de sus exportaciones agroindustriales en Norteamérica. Sin embargo, si logra posicionarse como socio confiable para Asia o Europa, podría equilibrar ese impacto. Además, en un contexto donde las empresas globales buscan diversificar proveedores y reducir su exposición a conflictos comerciales, América Latina puede ser vista como una región estratégica para inversiones de nearshoring o abastecimiento alternativo.
México, con su cercanía geográfica y tratado comercial con Estados Unidos y Canadá (T-MEC), queda en una posición ambivalente: si bien tiene beneficios arancelarios vigentes, deberá evaluar cómo afecta esta política a sus cadenas binacionales. Brasil, por su parte, ya comenzó conversaciones con socios europeos y asiáticos para ampliar mercados y proteger sectores clave como el automotriz y la energía.
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¿Qué pueden hacer las empresas argentinas frente a este contexto?
Frente a este nuevo tablero internacional, las empresas argentinas deben adoptar un enfoque estratégico y adaptativo que les permita mitigar riesgos y, al mismo tiempo, detectar oportunidades de expansión o posicionamiento.
Estas son algunas claves a considerar:
1. Revisión de mercados prioritarios
Revisar las rutas de exportación actuales y explorar nuevos destinos puede ser vital. La diversificación de mercados ayuda a reducir la dependencia de un solo país o región y amortigua el impacto de cambios bruscos en políticas comerciales.
2. Valor agregado como diferencial
Aquellas empresas que exportan productos primarios o con bajo nivel de diferenciación pueden verse más afectadas por los aranceles. Apostar por la innovación, la calidad, la certificación internacional y la trazabilidad puede ser un factor decisivo para sostener la competitividad.
3. Alianzas estratégicas
Unirse a consorcios exportadores, cámaras binacionales o redes de negocios internacionales puede facilitar el acceso a inteligencia comercial, financiamiento para expansión y participación en ferias o rondas de negocios clave.
4. Digitalización y eficiencia operativa
La inversión en herramientas tecnológicas que mejoren la gestión de procesos logísticos, aduaneros y de producción no solo reduce costos, sino que permite adaptarse más rápidamente a cambios en la demanda o en los requisitos de los nuevos mercados.
5. Monitoreo permanente del entorno
Contar con información actualizada y análisis de contexto es clave para anticiparse a escenarios. Las empresas deben trabajar en conjunto con analistas económicos, consultoras especializadas y fuentes oficiales para tomar decisiones informadas.
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Un nuevo ciclo global que exige liderazgo y resiliencia
La historia reciente demuestra que los momentos de mayor incertidumbre también son los que abren mayores espacios para la transformación. Las empresas que logren reaccionar con agilidad, rediseñar sus modelos de negocio y fortalecer sus capacidades internas, estarán mejor preparadas no solo para resistir los cambios, sino para crecer en medio de ellos.
La consultora Drew acompaña a organizaciones de toda la región en la implementación de soluciones tecnológicas, la mejora de procesos y el diseño de estrategias de expansión internacional. Frente a un comercio mundial en evolución, el rol de las decisiones ágiles, los equipos coordinados y la tecnología como facilitador cobra un protagonismo clave.

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