¿Cómo la micromovilidad impactará en el medio ambiente?

Muchos cambios a nivel global ha suscitado la pandemia y nos guste o no ya nada será igual en el futuro. Sin embargo, hubo cambios positivos relacionados con los hábitos de las personas durante el confinamiento que se han instalado para quedarse. Uno de ellos es lo que se conoce como micromovilidad o el uso de vehículos chicos e individuales como bicicletas, monopatines, motos, skates y scooters.

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La micromovilidad se ha convertido en una tendencia en crecimiento porque integra todo el catálogo de vehículos pequeños y personales que son más livianos y funcionan con energías sustentables como la electricidad, por lo que no contaminan el medio ambiente y ocupan menos espacio. Sin contar el hecho de que son mucho más económicos que los vehículos convencionales, además de que estos también requieren demasiado mantenimiento y pago de impuestos.

El objetivo de este artículo es conocer un poco más acerca de la micromovilidad y el impacto que está teniendo en el medio ambiente gracias a la sustitución del combustible por la electricidad. 

¿En qué consiste la micromovilidad y por qué surge?

Los vehículos eléctricos y por propulsión como las bicicletas integran la categoría de la micromovilidad sostenible. Incluso, el desplazamiento a pie y sin ningún medio de transporte entra dentro de esta micromovilidad, la forma más sustentable, saludable y económica que existe para trasladarse de un lugar a otro.

Desde el auge de la industria automotriz en todo el mundo y las facilidades de pago que ofrecían las concesionarias, las calles se poblaron de vehículos de gran porte. En un principio, solo las clases adineradas podían acceder a ellos, pero con el correr de los años, se comenzaron a fabricar automóviles más accesibles para todas las clases sociales. De este modo, la clase trabajadora pudo beneficiarse obteniendo financiamiento para comprar sus primeros vehículos. 

El tiempo pasó y los automóviles de distintas marcas se vendían aceleradamente, lo que propició que cada vez más vehículos circularan en las calles. En consecuencia, el tráfico se incrementó, pero asimismo los accidentes de tránsito. 

Las personas comenzaron a sentirse poderosas conduciendo un vehículo a gasolina o nafta y modificaron su estilo de vida notablemente, creando espacios en sus casas para guardarlos y también surgieron negocios que proveían de espacios más amplios para que la gente pagara una suma de dinero por guardarles los automóviles. Así nacieron las cocheras y otros negocios similares.

Si bien los automóviles generaron grandes beneficios para las personas con necesidades de desplazamiento, por otro lado aumentaron las emisiones de dióxido de carbono que despedían los combustibles de estos vehículos a gas. Esto comenzó a afectar visiblemente al medio ambiente en las grandes urbes. 

En definitiva, los automóviles grandes permitían trasladarse a grandes distancias y además transportar a más de dos personas. Sin embargo, el aumento de la cantidad de vehículos produjo un aumento de la contaminación por emisión de gases. Esta realidad, con los años, fue generando conciencia sobre la necesidad de volver a lo natural, de pensar nuevas alternativas a la gasolina para fabricar vehículos.

Así se empezaron a crear los primeros vehículos eléctricos, pero todavía hoy están sometidos a prueba. La llegada de la pandemia y la necesidad de distanciamiento replanteó las formas tradicionales de desplazarse, por lo que se reinventó la bicicleta como medio de transporte ecológico y saludable. 

El auge de este vehículo liviano y de dos ruedas por excelencia, impulsó e inspiró la fabricación y comercialización de monopatines eléctricos, patinetas eléctricas, hasta scooters eléctricos, un recurso sumamente útil y funcional similar a las motos pero sin contaminar. 

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Impacto de la micromovilidad en el medio ambiente

Los vehículos creados a base de electricidad, las bicicletas y desplazamiento humano forman parte del entramado sostenible de la micromovilidad. El objetivo principal de este desarrollo es reducir el impacto ambiental del transporte. Actualmente, este sector representa un 23% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, vinculadas con la energía. Pero esta cifra, incluso podría aumentar al 30% en la próxima década. 

Llegando a este punto, cuando la pandemia lentamente se está convirtiendo en endemia, la micromovilidad se está situando entre los hábitos más incorporados entre las personas, sobre todo, los jóvenes. Como es una tendencia en aumento, las ciudades deben estar preparadas para la circulación segura de estos pequeños vehículos. 

En el caso de las bicicletas, las ciclovías están diseñadas especialmente para que circulen. Pero también se debe garantizar la seguridad para que puedan circular monopatines y scooters eléctricos sin riesgos, tanto para los conductores como para los transeúntes. Para lograr esto, es crucial ampliar calles para evitar amontonamientos peligrosos durante la circulación.

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En resumen, la micromovilidad con su catálogo de vehículos eléctricos y sostenibles pequeños está cambiando el paradigma tradicional del transporte en las ciudades, a partir de la toma de conciencia de los efectos nocivos en el medio ambiente con las emisiones de gases y también de los desafíos en la circulación que motivó la pandemia. Los vehículos particulares al no emplear combustible generan menos contaminación, respetando el medio ambiente. 

Por esta razón, hablamos de una tendencia de transporte sostenible que recupera formas de desplazamientos económicas como las caminatas y los paseos en bicicletas, pero además incorpora una nueva variedad de vehículos ligeros en dos ruedas, impulsados por electricidad.