El comercio electrónico en América Latina atraviesa una etapa de consolidación y expansión sin precedentes. Si bien el crecimiento del sector se aceleró con la pandemia, los últimos años demostraron que no fue una moda pasajera, sino una transformación estructural en la forma en que los consumidores compran y en cómo las empresas diseñan sus modelos de negocio. Hoy, hablar de e-commerce en Latinoamérica implica analizar tanto los avances sostenidos en la región como las limitaciones que aún frenan su desarrollo.
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Región en crecimiento
La región se ha convertido en una de las de mayor crecimiento en el mundo en materia de ventas online. De acuerdo con datos de Statista, América Latina representó en 2023 cerca del 5% del total del e-commerce global, con proyecciones de superar los 200.000 millones de dólares en ventas hacia 2026.
Brasil, México y Argentina lideran el ranking regional:
- Brasil concentra casi el 30% del mercado, impulsado por categorías como moda, electrónica y alimentos.
- México mantiene un ritmo sólido, con fuerte protagonismo de los marketplaces y una penetración acelerada en el segmento de supermercados.
- Argentina, pese a las restricciones cambiarias y la inflación, muestra un consumidor digital dinámico, especialmente en rubros como turismo y tecnología.
El crecimiento no se limita a estos tres países: Chile, Colombia y Perú están demostrando un aumento sostenido, con mayor bancarización digital y un consumidor cada vez más receptivo a nuevas experiencias online.
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3 desafíos estructurales que marcan el camino
El ecosistema digital latinoamericano enfrenta desafíos que condicionan su expansión. La logística es, probablemente, la principal barrera: la infraestructura de transporte aún es desigual entre países, con altos costos y tiempos de entrega que no siempre cumplen las expectativas de inmediatez del consumidor.
Los medios de pago también representan un reto. Aunque la adopción de billeteras digitales y pagos con QR avanzó de manera significativa, la inclusión financiera sigue siendo un obstáculo en mercados con baja bancarización. Esto obliga a que el e-commerce incorpore opciones híbridas como pago en efectivo contra entrega o alianzas con redes de cobranzas físicas.
Por otro lado, la infraestructura digital presenta disparidades. Mientras las grandes ciudades tienen acceso a conexiones estables y rápidas, en zonas rurales la brecha tecnológica limita la penetración del comercio electrónico. Resolver estas desigualdades será clave para escalar de manera uniforme.
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Oportunidades de negocio en la región
Los desafíos conviven con oportunidades únicas que hacen de Latinoamérica un terreno fértil para innovar. Una de ellas es la regionalización de los negocios digitales. Las empresas locales no solo compiten con gigantes globales, sino que encuentran en los mercados vecinos una oportunidad para escalar.
Los marketplaces locales se consolidaron como la puerta de entrada al e-commerce para millones de usuarios. Plataformas como Mercado Libre, B2W o Linio adaptan sus propuestas al contexto de cada país, generando confianza en el consumidor.
En paralelo, el modelo direct-to-consumer (D2C) gana terreno, especialmente en sectores como moda, cosmética y alimentos. Las marcas apuestan por vender sin intermediarios, lo que les permite controlar la experiencia de compra, reducir costos y fidelizar a sus clientes a través de contenido personalizado y programas de lealtad.
El consumidor digital latinoamericano
El perfil del consumidor online en la región combina dos características: apertura a probar nuevas plataformas y exigencia creciente. Los compradores no solo buscan precios competitivos, sino también flexibilidad en medios de pago, rapidez en las entregas y políticas claras de devolución.
Un rasgo distintivo del consumidor latino es su hábito de investigación previa. Antes de comprar, compara precios en múltiples sitios, revisa reseñas y consulta redes sociales para verificar la reputación de una marca. Esto genera un entorno donde la transparencia y la atención posventa son tan importantes como el producto en sí.
Además, la generación Z y los millennials lideran el cambio, empujando la adopción de compras desde el celular. El m-commerce representa ya más del 60% de las transacciones en países como México y Brasil, lo que obliga a que las empresas optimicen sus sitios y apps para experiencias móviles fluidas.
Cambios regulatorios y su impacto
Uno de los temas más relevantes en los últimos meses ha sido el fin del régimen de “de minimis” en algunos países, que permitía el ingreso de productos importados sin el pago de impuestos si su valor era bajo. Esta medida afectó directamente al crossborder e-commerce, encareciendo los envíos y obligando a muchos consumidores a volver al mercado local.
Si bien este cambio representa un desafío para las plataformas extranjeras, también abre una ventana para el desarrollo de industrias nacionales y regionales. Marcas locales tienen la posibilidad de ganar protagonismo en la preferencia de los consumidores al ofrecer precios más competitivos y tiempos de entrega más cortos.
Estrategias que están marcando tendencia
Las empresas que logran superar las barreras estructurales lo hacen gracias a la innovación. Algunas de las estrategias más efectivas en la región son:
- Pick-up stores: combinar la compra online con la retirada en tiendas físicas, lo que reduce costos logísticos y aumenta la satisfacción del cliente.
- Omnicanalidad: integrar experiencias físicas y digitales, generando un recorrido coherente entre los distintos puntos de contacto.
- Financiamiento al consumidor: ofrecer pagos en cuotas, microcréditos o alianzas con fintechs que amplían el acceso a quienes no tienen tarjetas de crédito.
Estas tácticas no solo mejoran la experiencia del usuario, sino que también impulsan la confianza y fidelización en mercados donde la desconfianza inicial aún es un factor a considerar.
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Predicciones hacia 2026
El horizonte para el e-commerce en Latinoamérica es prometedor. Se espera que el sector continúe creciendo a doble dígito anual, impulsado por la digitalización de las pymes, la penetración del m-commerce y la innovación en métodos de pago.
Hacia 2026, las empresas que logren adaptarse a un entorno híbrido —donde la línea entre lo físico y lo digital se difumina— serán las que lideren el mercado. La clave estará en construir confianza, ofrecer experiencias personalizadas y garantizar accesibilidad para todos los segmentos sociales.
El e-commerce no es solo un canal de ventas: es un ecosistema que redefine cómo compramos, cómo vendemos y cómo nos relacionamos con las marcas en la región.
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