Para adentrarnos en el mundo de las integraciones debemos hacer mención, en primer lugar, del papel que juegan las API (Interfaz de Programación de Aplicaciones) para conectar un software con otro. Hay API abiertas y cerradas.
Las API se pueden definir como sistemas inteligentes que traducen el lenguaje de un software a otro. Por ejemplo, en un software como Hubspot, su API le permite traducir el lenguaje del inglés al español. En tanto que en otro software, su API realiza exactamente la misma operación: traducir de su lengua de origen a la lengua del software con el que se quiere integrar o comunicar.
Para lograr esto, se utilizan diferentes códigos de API para establecer el contacto entre las aplicaciones o software. Las API nativas permiten comunicarse con otros software mediante la configuración de un código que haga la integración accesible. Las API nativas logran conectar dos sistemas directamente con la persona que crea el software. De no contar con una api nativa, se deberá utilizar un integrador y programar la API si es de código abierto y leer dicho código..
Una API de código abierto significa que a través de un código específico que el software brinda se pueden incorporar esos datos. Con una API cerrada esta operación no se puede realizar. Todo depende de la privacidad de cada software. Por ejemplo, WhatsApp tiene código cerrado. Esto es lo que evita que la aplicación se llene de publicidad, por los anunciantes que pudieran acceder al código de la API.
En definitiva, hay ciertos software que tienen API abierta y ciertos software que tienen API cerrado, como el caso de WhatsApp que destacamos. Pero también, hay ciertos software que no contienen API cerradas o abiertas, sino que admiten algunas restricciones que permiten únicamente leer los datos pero no modificarlos, y no todos los datos, generalmente, solo nombre y número de teléfono.
Gracias a las integraciones nativas, ese proceso se da de forma mucho más rápida.
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