Existen diversas creencias y supuestos con respecto a la construcción del liderazgo y cómo influye en el desempeño de una empresa. Si bien en la gestión del cambio es cierto que la figura de un líder se inviste de autoridad y poder para tomar decisiones importantes para el desarrollo empresarial, esta realidad no significa que sea excluyente un carácter empático, colaborativo y hasta modesto frente a las necesidades de su entorno.
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Pero de hecho, es mucho más sencillo construir un liderazgo a base de poder y dominio que hacerlo desde el conocimiento de las personas y sus necesidades. Además, muchos dueños de empresas que basan su liderazgo en la pertenencia atribuyen a su condición una serie de características de temperamento o personalidad para poder alcanzarlo.
Estas características son los rasgos de personalidad muy sociables, hiperactivos, impulsivos y hasta irritables. Este cúmulo de aspectos hacen a personas que nunca pasan desapercibidas, que siempre tienen algo que decir -bueno o malo, inteligente o mediocre-, pero a la vez, también suele definir a los jefes poco tolerantes.
En artículos anteriores hemos abordado el tema del liderazgo desde una perspectiva de servicio a los demás, opuesta a la del jefe autoritario que en lugar de inspirar intimida. Por tal motivo y siguiendo en esa dirección, en el artículo de hoy hablaremos de cómo influye el liderazgo en el desempeño de una empresa.
La mayoría de los estudios sobre liderazgo concuerdan en que nadie nace siendo líder. Se puede tener el potencial para ser un líder, pero es necesario formarse para encauzar por el buen camino ese potencial, a fin de que todo su entorno colaborativo se beneficie de su experiencia y enseñanza.
Asimismo, se enumeran cualidades que todo líder debería tener, como una alta formación profesional, capacidad de resolver problemas, carisma con la gente, dominio de sí mismo, habilidades múltiples en las distintas áreas de una empresa, saber delegar funciones y una habilidad efectiva para la comunicación.
En efecto, esas son las características más relevantes en las cuales coinciden los especialistas en recursos humanos. Sin embargo, pocos entendidos dicen cómo llegar a convertirse en ese líder cuando hay muchos trabajadores que no tienen ese perfil, como si esas cualidades fueran inherentes a personas elegidas para el liderazgo.
Quizá el liderazgo es más bien un proceso de aprendizaje en vez de una categoría que describe a ciertas personas admirables. Pero entonces, ¿cualquier persona puede convertirse en un líder?
Sí y no. En realidad, cualquier persona que desee convertirse en un líder puede lograrlo. No se trata solo de poder -potencialmente- ser un líder, sino de trabajar y esforzarse para conseguirlo, lo cual requiere capacitación, tiempo de experiencia en un campo determinado, fomentar relaciones humanas de confianza, honestidad y saber mantener bajo control los miedos e inseguridades.
¿Quiere decir esto que una persona que la mayoría de las veces pasa desapercibida no tiene carisma igual puede ser líder? Ciertamente, si se buscara desarrollar las habilidades que cada ser humano tiene en lugar de encajar a todos en un mismo molde, no existirían los tímidos ni las personas con baja autoestima.
Por consiguiente, la respuesta es sí, incluso los tímidos e introvertidos pueden convertirse en buenos líderes, si logran derrotar al monstruo interno de los miedos e inseguridades, aunque los desmotivadores seriales del entorno, que nunca faltan, siempre estarán para intentar revivir al monstruo.
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Ahora que llegamos a la instancia en que convertirse en una figura de liderazgo no está reservado solo a los familiares y descendientes de empresarios con atributos casi incorporados por herencia, podemos afirmar que la experiencia de vida y profesional de un líder debe inspirar algo bueno en los demás, debe motivar a ser mejores profesionales y mejores personas.
Si bien esto último parece una utopía, el desarrollo de la esfera profesional sin un compromiso ético por el trabajo humano y las personas en sí, no sirve de nada para hacer que una empresa funcione. Solo se estará manteniendo en el tiempo una cadena que algún día se va a cortar.
Cuando el conocimiento y las habilidades se unen a la ética, honestidad, empatía y lealtad de un buen líder, los colaboradores también harán suyo su compromiso con la empresa fortaleciendo los lazos entre equipos en el trabajo colaborativo. De esta forma, se logrará aumentar la productividad a nivel macro porque los trabajadores se sentirán lo suficientemente motivados como para compartir el mismo ideal de manera genuina.
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En conclusión, no existe una única respuesta sobre cómo influye el liderazgo de una empresa, ya que depende del líder o figura de mando. Un líder que prioriza las personas antes que los números, va a promover una influencia positiva y enriquecedora, en tanto que el líder o jefe que solo pretenda hacer ciegamente su voluntad tendrá una influencia nefasta que va a repercutir en la productividad y resultados.