Un día, una persona tuvo una visión de un negocio que creyó que podía bajar a tierra satisfaciendo las necesidades de muchas personas, y decidió invertir en alcanzar ese sueño al que llamó emprendimiento. Le llevó años de su vida, muchos de sus ahorros y más de una desilusión, hasta que finalmente fundó su empresa, una pyme que con los años se convirtió en la principal fuente de sustento de su familia y también de inspiración para que continuaran con el legado familiar.
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Así, generalmente comienzan a dar los primeros pasos las empresas familiares. Las más solventes y que acertaron enfocar mejor su propuesta de valor logran perdurar en el tiempo y se convirtieron en grandes compañías. Pero otras no corrieron con la misma suerte y en menos de cinco años fueron a la quiebra o terminaron vendiendo la mayoría de sus acciones por poco dinero. Llegar a ese punto se puede evitar cuando comienzan a considerar la formalización de empresa familiar como una alternativa viable no solo para perdurar sino para crecer.
La formalización de una empresa familiar implica profesionalizar sus roles, estructura, procesos y áreas para administrar más eficientemente las tareas y actividades de la organización. En este artículo, analizamos la importancia de la formalización de empresa familiar y qué ventajas aporta a una pyme con oportunidades de crecimiento.
La formalización de una empresa familiar es un proceso crucial que permite asegurar la sostenibilidad y supervivencia a la brecha generacional. Además, ayuda al crecimiento estableciendo roles y responsabilidades de cada miembro de la empresa. En países latinoamericanos como México y Argentina, muchas empresas pymes no sobreviven a esta brecha generacional, llegando a convertirse en uno de los principales desafíos a superar.
Al formalizar una empresa familiar, obtendremos un mejor ordenamiento de los distintos puestos de trabajo y roles bien definidos. Esto permite distribuir de una manera más equitativa la carga de trabajo de los colaboradores, dando lugar a una delegación de tareas más responsable y eficiente, lo que facilita la resolución de problemas y la toma de decisiones.
Asimismo, la formalización de una empresa familiar está enfocada en atender a dos problemáticas de las pymes: la supervivencia a largo plazo y la búsqueda de crecimiento. Ambas son parte integrante del proceso de formalización de pymes familiares y apalancan la escalabilidad en los negocios, abriendo nuevas oportunidades comerciales tanto dentro como fuera del país de origen.
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Si lo que se busca es el crecimiento, uno de los puntos clave a desarrollar es mejorar la gestión empresarial familiar, a través de la definición de roles y responsabilidades. Durante los primeros años, es posible que estos roles no estén definidos y tengan que ocuparse de varias actividades y funciones a la vez en distintas áreas, en lugar de desempeñar tareas específicas de su rol.
Estas personas que se ocupan de varias funciones a la vez deben asumir el desafío de desempeñar tareas que corresponden a un mismo rol, cuando el proceso de formalización de una empresa familiar comienza. De esta manera, las responsabilidades se delimitan mejor entre el personal, a fin de que no se manifiesten intromisiones entre las áreas. Existen ciertas habilidades de gestión empresarial que las pymes familiares deberían incorporar para allanar el camino, y podemos reconocer 3 fundamentales.
En una empresa familiar, donde pueden presentarse rivalidades y disputas familiares por quién trabaja más y quién no, desarrollar estas habilidades permitirá evitar que los roles y responsabilidades se superpongan y dupliquen, por lo que se reducirán los desacuerdos, al tener conocimiento de cuáles son las funciones que les corresponden a cada persona.
Cabe destacar que, a medida que una empresa familiar va creciendo, deben tomarse acciones de precaución con respecto a los riesgos legales que puede enfrentar. Incluir contratos tanto para el personal como para la venta de servicios puede reducir los malentendidos, porque, ante la duda, el documento será la prueba legal que proteja a la empresa de futuros riesgos.
Estadísticamente, es una realidad que la mayoría de las empresas familiares inician su declive después de la tercera generación. Frente a esta posibilidad, es crucial evitar que esto suceda pero no limitarnos a simplemente “sobrevivir”, aunque sea el primer objetivo para evitar la quiebra. En última instancia, la supervivencia debe ir acompañada de un objetivo claro de crecimiento.
A través de un plan de transición, una empresa familiar debería sobrevivir los cambios generacionales. De esta forma, los líderes cabeza de familia que fundaron su empresa pueden formar a sus hijos o nuevos colaboradores en el manejo responsable de la organización, promoviendo la importancia de mantener el legado del negocio familiar. Solo así una empresa familiar puede sobrevivir al paso del tiempo y crecer para abrir paso a las nuevas generaciones.
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Puesto que es imposible continuar haciendo las cosas como se hacían hace 50 años, la formalización de empresa familiar ofrece una solución para superar las brechas generacionales y proporcionar oportunidades de crecimiento. Una transición adecuada entre generaciones es fundamental para garantizar la estabilidad a largo plazo y aumentar así las chances de expansión en el mercado, aun cuando en el comienzo de este camino tu empresa hayas sido tú y tu computadora.