La industria de la educación se maneja por variables de estacionalidad a lo largo del año, ya que existe un período esencialmente lectivo que comprende alrededor de 8 o 9 meses, en donde las escuelas, universidades e institutos dictan clases a sus estudiantes, mientras que el resto de los meses están reservados para la época de receso vacacional. Generalmente, este otro período coincide con la época navideña y fiestas de fin de año, en tanto que el periodo activo de escolaridad tiene lugar entre marzo y noviembre.
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Tanto en el hemisferio norte como en el hemisferio sur operan variables similares de estacionalidad en la educación, con la diferencia de que mientras en el norte el receso de vacaciones se produce en plena época invernal (diciembre, enero y febrero), en el sur las vacaciones aprovechan la calidez del verano. Luego se sitúa a mitad del año un período mucho más breve de receso (normalmente comprendido por dos semanas) que también aprovecha el calor o el frío para permitir a las instituciones educativas tomar un descanso.
Ahora bien, teniendo esto en cuenta cómo se distribuyen las estaciones durante el año y la relación que guardan con el período escolar fuerte, las instituciones educativas deben aprovechar estas variables estacionales a su favor para atraer nuevos estudiantes a sus aulas. Los primeros meses del año son decisivos para presentar programas de formación interesantes. En este artículo, analizamos la estacionalidad en la educación y cómo las instituciones pueden utilizarla en su beneficio para reducir el impacto de los períodos de receso.
Se conoce como estacionalidad a los patrones de comportamiento que regularmente manifiesta una variable en momentos específicos del año, lo que predispone a las organizaciones a tener cierto control sobre la conducta de estas variables predecibles. Comúnmente, nos referimos a estacionalidad dentro de períodos anuales, aunque también se pueden representar las fluctuaciones en períodos mensuales o trimestrales. Los distintos períodos en los que se va produciendo esta variación se llaman estaciones, de ahí el nombre del término.
Conocer las diversas variaciones de la estacionalidad permite entender mejor los comportamientos de los consumidores que obedecen a esas fluctuaciones. De esta manera, las empresas pueden predecir el comportamiento de las personas en distintas épocas del año, y en función de ello enfocar más acertadamente las estrategias comerciales para aprovechar el aumento de la demanda durante la estacionalidad alta y proponer alternativas de consumo para la estacionalidad baja.
Al conocer la estacionalidad de un producto, es posible dirigir mejor tus esfuerzos de marketing y ventas para evitar una fuerte caída de la demanda durante una temporada baja. Por ejemplo, las heladerías para sobrevivir en la época invernal deben ofrecer otro producto más compatible con la estación más fría del año. La ropa también tiene su recambio estacional dos veces al año.
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Pero el tema que nos compete aquí es analizar la estacionalidad en la educación. ¿Cómo las instituciones educativas manejan estos períodos de receso sin que la falta de alumnos activos represente una pérdida monetaria? En primer lugar, las escuelas, institutos y universidades privadas tienen una época para captar nuevos estudiantes, que es en los primeros dos meses del año. Pero con el auge de la tecnología y la gran proliferación de cursos y seminarios online, las personas aprovechan cualquier época del año para iniciar un curso de formación.
Antes de que existieran las plataformas online, las clases eran cien por ciento presenciales y los estudiantes muchas veces debían recorrer largas distancias para tomar un curso en la universidad o en el instituto educativo en el que se estaban especializando para adquirir una carrera profesional o ampliar los conocimientos de la que ya tenían. Esto limitaba la formación a las alternativas de cursos y carreras disponibles en la ciudad o ciudades aledañas de una persona interesada en acceder a esa educación.
En la actualidad, el avance de la tecnología permitió que se crearan numerosas herramientas digitales tanto para acceder a contenidos de formación como para proporcionar clases online. Esto significó una ventaja competitiva para las instituciones educativas que comenzaron a implementar estas plataformas para dictar cursos a la distancia, porque podían captar la atención de más personas, lo que supuso una mayor demanda de estos cursos.
Entonces, con el aumento de la demanda de cursos, los institutos pueden matricular a más estudiantes y evitar las variaciones de la estacionalidad típicas de los centros educativos que tienen únicamente la modalidad presencial. Muchas veces, una persona se interesa por un curso en particular, pero por alguna razón no puede iniciar en marzo o septiembre, según el hemisferio en que se encuentre, pero tampoco quiere esperar todo el semestre o el año entero.
Si en cambio, esta misma persona tiene la posibilidad de comenzar el curso en cualquier momento del año, podrá decidir cuándo hacerlo. En tanto que la institución tendrá una base estable de alumnos matriculados que pagan estos cursos durante todo el año. Implementar esta iniciativa ayudará a los establecimientos educativos a mantener la demanda de capacitación, las tasas de ventas de cursos online y presenciales y el interés permanente de las personas en la propuesta educativa de tu academia.
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En definitiva, la estacionalidad en la industria de la educación se puede controlar si le brindamos más alternativas de capacitación a las personas, manteniendo la modalidad presencial que mucha gente valora por la interacción directa con los docentes, pero también incorporando un campus virtual para dictar clases online a las personas que por razones de tiempo y distancia no puedan cursar de forma presencial.
Esta opción es cada vez más requerida por los estudiantes a la hora de comprar un curso, diplomatura o carrera, ya que el mundo actual, regido por la inmediatez de la información, exige competencias al nivel de las tecnologías creadas para dar soporte a esa información.