La inteligencia artificial en el mundo actual no para de crecer a pasos agigantados y ya se ha convertido en parte natural de nuestras vidas, aunque no sea nada natural delegar funciones propias de la inteligencia humana a una tecnología pensante que puede aprender e incluso crear ideas casi de la misma manera que nosotros. Las compañías tecnológicas líderes y responsables de empoderar estas herramientas no solo están creando soluciones para facilitar el trabajo de la gente, sino que además han descubierto el gran potencial económico de la IA.
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Esto significa que utilizar la IA puede reportar importantes beneficios económicos a las empresas, tanto en términos de ahorro de costos como de ingresos netos a través de funciones comandadas directamente por asistentes virtuales o chatbots que proporcionan, desde contenidos informativos de todo tipo hasta generación de contenidos visuales y escritos, con tan solo enviar un prompt o instrucción de lo que quieres que la IA te devuelva.
La irrupción de Chat GPT marcó un antes y un después en los alcances de la IA, hasta el punto de hacer tambalear la seguridad y confianza en la tecnología como herramienta del ser humano y llegar a juzgarla como una amenaza latente para la fuerza laboral humana en un futuro lejano o quizá no tanto. ¿Seguirá la IA superando límites pese a las reticencias? En este artículo, te contamos cuál es el potencial económico de la IA que está haciendo millonarias a muchas startups.
La inteligencia artificial en el entorno empresarial está generando un profundo impacto que busca replicarse en todas las industrias y modelos de negocios. Se prevé un incremento considerable del retorno de la inversión en las empresas que apuestan por la tecnología para mejorar la productividad. Entre los principales impactos a la economía global, podemos destacar 4 enfoques.
La IA generativa podría aumentar el PIB mundial en un 7%, lo que favorecerá la creación de nuevos modelos de negocios, productos y servicios. Sin embargo, aunque se trate de un gran acelerador económico, sin la suficiente regulación, puede provocar una desestabilización en las generaciones anteriores a la IA que quizá no lleguen a adaptarse a los cambios que exige la transformación digital al implementar nuevas tecnologías.
No obstante, un PIB mundial en aumento implica más producción y una mayor demanda de fuerza de trabajo humano, quizá no tanto para realizar tareas generalmente operativas, sino para aprender a entrenar a la IA y que adquiera parte de nuestros conocimientos y habilidades con el fin de responder a ciertas instrucciones de manera coherente, precisa y rápida. A medida que la IA incorpore nuevas actualizaciones y mejoras, las nuevas necesidades corporativas generarán nuevos puestos de trabajo y roles acordes con las últimas tendencias emergentes.
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La posibilidad de crear datos a partir de otros ya existentes permite a la IA generativa generar nuevas ideas o recrear modelos de pensamientos de manera similar a como lo hacemos los humanos pero en menos tiempo de procesamiento y con un análisis más profundo del mercado, lo que facilita la creación de nuevos productos y servicios mejor enfocados en los resultados que arrojó la investigación hecha por la IA.
Si bien, como toda herramienta, está sujeta a errores y siempre debería ser supervisada por un humano, a medida que las herramientas de IA reciben nuevas actualizaciones, el nivel de precisión de la información aumenta significativamente, dando lugar a mejores diseños de productos, contenidos digitales y hasta propuestas de arquitectura, lo que permite agilizar los tiempos en los ciclos de fabricación/prestación de servicios.
Por supuesto que hay que utilizar la IA con discreción y responsabilidad social para evitar la tentación de prescindir de lo humano como salida fácil, que puede derivar en el fraude.
Además de estímulo de la creatividad, la IA promueve la eficiencia operativa, al optimizar procesos de manera efectiva y reducir los gastos para simplificar operaciones y minimizar el desperdicio, lo que asegura una mayor sostenibilidad de los negocios que la implementan de la manera adecuada. Asimismo, la IA potencia la eficiencia energética impulsando la reducción de emisiones de carbono para disminuir los índices de contaminación haciendo un mejor uso de los recursos.
Finalmente, la inteligencia artificial cumple un papel fundamental en la optimización de la cadena de suministro, al analizar grandes cantidades de datos en tiempo real, por lo que puede ayudar a las organizaciones a prever demandas, controlar inventarios y mejorar los procesos logísticos de manera eficaz. Esto permite adaptarse más adecuadamente a los cambios del mercado favoreciendo el ahorro de costos y aumentando la eficiencia de todos los procesos productivos.
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El potencial económico de la IA aún abarca más escenarios, industrias, áreas y modelos de negocios, por lo que podemos esperar que en los próximos meses y años esta tecnología domine gran parte del entorno en que vivimos. De nosotros dependerá si continuará siendo una aliada para el progreso humano o un trampolín para la dominación de las masas.