Las empresas llevan adelante su gestión en función de tres directrices estratégicas fundamentales de la dirección con el fin de alcanzar sus objetivos organizacionales: misión, visión y valores. Mientras que la misión le muestra al mundo lo que desea lograr, los medios que utilizará y a quiénes está dirigido el mensaje, la visión proyecta una idea de empresa a futuro si consigue cumplir la misión.
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Los valores son los principios por los cuales una empresa construye sus objetivos estratégicos y permite que se impregnen en cada célula de la cultura organizacional. Cada uno de estos tres pilares son definidos por la dirección de la empresa, pero si no se trasladan a los demás niveles del organigrama, la cultura interna se vuelve débil y los colaboradores no tendrán motivos para involucrarse en los asuntos de la organización.
Muchas veces, aunque la visión de la empresa esté bien definida y sea alcanzable, los miembros no logran identificarse con esta visión, ya sea porque no se sienten parte de esta o bien porque no está alineada con su propia visión personal del trabajo. Cuando las empresas logran promover una visión compartida con los colaboradores de su ideal a futuro, entonces es más probable que tenga más éxito.
La propuesta para este artículo consiste en abordar el concepto de visión compartida y cómo al promoverla a todos los colaboradores estos demostrarán más compromiso aumentando el desempeño.
Un CEO de empresa puede tener una visión de lo que proyecta para el futuro en su empresa, pero la realidad es que no podrá llevar adelante esa visión si no es compartida por el resto de las personas que integran la organización. Una visión compartida es mucho más que una idea de algo que se quiere lograr.
Puedes tener una visión de convertir tu empresa en multinacional, pero si logras que tu equipo quiera ser multinacional tanto como tú, tus esfuerzos serán en vano y muchos terminarán abandonando el barco antes de llegar a la costa porque no hay visión compartida.
Una visión compartida es una fuerza visceral de las personas que rebosa de sentimiento positivo y compromiso con la empresa. Si bien es posible que la visión nazca a partir de una idea, esta puede germinar para convertirse en la inspiración de más personas con las que se vincula. Entonces, es más fácil que se obtenga el respaldo de toda la organización.
Cuando la visión no es compartida, los colaboradores se sienten ajenos a ella. Se produce una escisión entre la visión de la dirección y la visión de cada trabajador, lo que puede producir la sensación de estar cumpliendo los sueños de otros en lugar de los propios. Esto es cierto, puesto que, al no haber impulsado una visión compartida desde el principio, realmente las personas están trabajando por los sueños de esa alta dirección y no de ellos mismos.
Entonces, llega un punto en que el hastío es tan grande que se cansan de repetir el ciclo de utilidad indefinidamente y renuncian buscando encontrar en otro lado esa visión compartida que los motive a ser mejores cada día y ser parte de algo más grande que ellos mismos.
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Hemos comprendido que la visión es el norte hacia la cual la empresa quiere dirigirse. Es una idea en concreto y un porqué, que va más allá de alcanzar un objetivo o meta. La visión implica aspectos personales y sociales, por lo que mantener un sano balance de ambas debería ser una búsqueda organizacional. No obstante, defender la visión personal exige coraje, ya que es muy fácil rendirse ante los hechos y acomodar la visión personal a la realidad actual.
Esta brecha entre lo que deseamos y la realidad actual se conoce como tensión creativa. El hecho de que adaptemos nuestra visión personal a la realidad o intentemos alcanzar nuestra visión de todas formas dependerá de esta tensión, que marcará el rumbo de nuestras acciones, tanto éxitos como fracasos. Ahora bien, ¿por qué la visión no es compartida por los colaboradores?
Una de las razones de que no haya visión compartida es que esta no involucre a la gente, que sea ambiciosa y demasiado personal para que el resto de las personas se identifiquen y se comprometan con algo que no se generó directamente de ellos. La visión debe ser inspirada de tal forma que no se sienta ajena entre el resto de las personas de la empresa. Si esto no ocurre, se corre el riesgo de que los colaboradores piensen que solo se los está utilizando como mano de obra.
Otra razón de la falta de visión compartida es que al estar asociada al liderazgo empresarial, a menudo, estas visiones exigen acatamiento y no compromiso de parte de los colaboradores. Una visión compartida despierta compromiso en las personas cuando logran sentirse conectadas a objetivos comunes e importantes. Por este motivo, los colaboradores van a compartir la visión de la organización en la medida en que sus objetivos personales se alineen a los de la empresa.
Si las personas no comparten la visión, muy difícilmente entiendan el porqué de sus tareas. Si los colaboradores no saben hacia dónde va la organización, cómo se supone que lo harán. Entonces, las personas se empiezan a perder en la rutina y los objetivos, y es ahí cuando surge la desmotivación por el trabajo.
El punto culminante de esta desmotivación por no compartir la visión es abandonar la empresa. Esa alta rotación que se comienza a generar debilita la estructura empresarial. Para evitar esto, es importante designar personas capacitadas para transmitir claramente la visión, porque esta labor no puede recaer únicamente en el CEO. Este debe designar personas o intermediarios (mandos medios) que se encarguen de representar la visión de la empresa para que el resto la adquiera.
En las empresas, la realidad indica que hay menos personas alistadas y comprometidas que las que acatan por cumplimiento, son apáticas o rebeldes ante la visión que intentan transmitir. Esto sucede por lo que apuntamos anteriormente: por un lado, tener una visión ajena al personal, es decir, que no involucra a sus colaboradores, y por el otro, exigir acatamiento de la visión. En ambos casos, los colaboradores no se sienten representados por la visión de la empresa.
Para descubrir si en tu empresa existe una visión compartida, puedes identificar cuáles de los siguientes aspectos del comportamiento presentan:
La clave para lograr una visión compartida en tus colaboradores es incentivar a los miembros de la organización a desarrollar visiones personales. Si las personas no poseen visión propia, terminarán acatando la visión de alguien más sin sentir compromiso ni pasión por ella. No es lo mismo acatar o aceptar que comprometerse genuinamente. El compromiso implica que el trabajo que estoy haciendo me pone en sintonía con mi visión personal, por lo que si colaboro con los objetivos de la empresa, también estoy colaborando con mis propios objetivos.
Para alcanzar una visión compartida, delegar mandos medios es una buena alternativa para transmitir esa inspiración por la visión, pero con eso solo no alcanza, ya que es necesario que los mismos colaboradores participen de las actividades que aportan valor, demostrándoles que confiamos en ellos y que no solo lo hacen por nosotros sino por ellos como pieza fundamental de la organización.
Averigua qué los motiva, cuál es su visión personal y asegúrate de adaptar la visión de la empresa a la visión personal de cada uno. Esto implica brindar aprendizaje constante, experiencias enriquecedoras y posibilidades de ascenso. Involucrar a tus colaboradores en los proyectos de tu empresa hará que se sientan parte de la visión, porque tienes la confianza de ceder parte del poder para que ellos construyan parte del camino.
Si no sienten que son importantes, en lugar de compromiso conseguirás un tibio acatamiento, formal o forzado, que eventualmente impulsará a tus colaboradores a tomar lo aprendido y encarar un negocio propio para cumplir su visión, lejos de la visión de tu empresa.
«Una visión compartida no es una idea. (…) Es una fuerza en el corazón de la gente, una fuerza de impresionante poder. Puede estar inspirada por una idea, pero si es tan convincente como para lograr el respaldo de más de una persona, cesa de ser una abstracción. Es palpable. La gente comienza a verla como si existiera. Pocas fuerzas humanas son tan poderosas como una visión compartida» (Peter Senge).
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La visión compartida es básicamente la idea del futuro que deseamos para nuestra empresa. Representa la imagen que llevan los colaboradores de la organización de la que forman parte. Crean una sensación de vínculo común que rodea a la empresa y proporciona coherencia a las actividades que realizan directivos y personal por igual. Si las personas comparten la visión y saben hacia dónde van, pueden centrar sus esfuerzos desde su aporte en contribuir a lograrlo en cada acción que realicen.