Es común que hablemos de inflación o riesgo inflacionario en gran parte de la economía latinoamericana, porque a menudo son las más castigadas por las crisis económicas, producto de gestiones deficientes. Como consecuencia de esto, suben también los índices de pobreza y las empresas privadas se perjudican al tener la dirección que ajustar sus recursos a las circunstancias de una determinada economía para evitar estancarse o ir a la quiebra.
<<<Área de dirección: importancia de una herramienta de planificación>>>
Aunque el panorama económico en algunos países, como Argentina, sea desalentador y la inflación se dispare a números históricos, es crucial que ante la posibilidad de manifestarse una realidad crítica las organizaciones desarrollen políticas para contrarrestar el riesgo inflacionario y evitar tener que ejecutar medidas paliativas cuando la crisis ya se propagó y empezó a afectar la gestión de sus negocios.
Ahora que estamos a las puertas de fin de año y tenemos que definir puntos de mejora para el año que viene, es el momento propicio para pensar en estrategias efectivas para enfrentar el riesgo inflacionario de una manera exitosa a largo plazo, pero antes definamos qué es inflación y riesgo inflacionario y cómo afecta a las empresas que no tienen planeación estratégica.
La inflación es el aumento generalizado y sostenido de precios de bienes y servicios en el mercado durante un determinado periodo de tiempo. Al subir los precios, instantáneamente se adquieren menos bienes y servicios porque el valor de estos aumenta, en tanto que el poder adquisitivo de la población para comprarlos disminuye drásticamente. Entonces, la moneda comienza a perder valor a medida que el índice de precios alcanza cifras importantes que afectan directamente al consumidor.
Sin embargo, aunque los efectos de la inflación son generalmente negativos, como la disminución real del valor de la moneda, la imposibilidad de ahorro e inversión debido a las constantes fluctuaciones y la escasez de bienes, existen también efectos positivos incluyen la posibilidad de ajustar las tasas de interés nominal para que los bancos centrales reduzcan la recesión e inviertan en proyectos de capital no monetarios.
El riesgo inflacionario, por su parte, hace referencia a la incertidumbre provocada por la inflación que impacta sobre la tasa de rendimiento real de una inversión. El riesgo para el inversor proviene de la variación de poder adquisitivo de los flujos de caja generados por el proyecto, que deriva de diferir la tasa de inflación esperada de la que finalmente se produce.
Puesto que afecta a los activos de un mercado en particular, se trata de un riesgo sistemático. No obstante, cuando el riesgo inflacionario impacta a nivel del mercado mundial, estaríamos ante un riesgo específico.
<<<Dirección empresarial: ¿Por qué hacemos lo que hacemos?>>>
La gestión de riesgo inflacionario hace referencia a la optimización de procesos en torno a las posiciones monetarias, como los ciclos de cobranza, los códigos de ventas e identificar oportunidades de transformar activos monetarios en reales con el fin de resguardar el valor adquisitivo. Dentro de esta gestión, podemos implementar diferentes prácticas.
Una primera acción frente al riesgo inflacionario puede ser analizar las posiciones que definen la exposición o, lo que es lo mismo, las partidas monetarias activas y pasivas. La exposición real proviene de la posición consolidada. Sin embargo, también es cierto que puede haber diferencias en la duración y en las formas de pago, por lo que puede dificultar la compensación directa entre las dos partidas.
Si bien el impacto en los resultados no es tan visible al principio, a largo plazo puede arrojar datos alentadores, pero habrá que analizar más en profundidad los intereses cobrados tras invertir en efectivo o ganancias cambiarias para comprobar que el valor adquisitivo perdido se compensa.
Generalmente, una gestión de riesgo inflacionario distingue entre acciones orientadas a modificar las condiciones de las posiciones monetarias para reducir el impacto y también a las que tienen el propósito de reemplazar activos monetarios por reales para mitigar por completo la exposición. En función de las condiciones particulares que enfrenta cada empresa y el nivel de dificultad de la implementación, las acciones tendrán sus efectos a corto, mediano o largo plazo.
Dos de las posiciones más afectadas por el riesgo inflacionario en las empresas son la liquidez y los créditos de ventas, ya que dependen mucho de los pagos en término, y si esto no sucede, los intereses debido a la mora tendrán que ajustarse a la inflación de la economía. Para evitar esto, es recomendable acortar el ciclo de cobranza y ajustar la inflación a las condiciones de pago.
Otra medida para afrontar el riesgo inflacionario, dependiendo de la estrategia y objetivos comerciales, es reemplazar los activos financieros por reales. Por ejemplo, dejar de alquilar una oficina y comprarla o edificarla en un terreno particular. Esto permitirá evitar los aumentos de alquiler según la inflación en alza.
Asimismo, en un entorno inflacionario, puede convenir aumentar los niveles de inventario, en especial si la tasa de devaluación es inferior a la inflación, ya que los productos electrónicos, por ejemplo, se devalúan más rápido que otros bienes industriales.
<<Ventajas de establecer objetivos claros en mi empresa>>>
En conclusión, el riesgo inflacionario es la incertidumbre generada por el impacto de la inflación sobre la tasa de rendimiento real de una inversión, que ocasiona que disminuya el valor de la moneda para realizar cualquier tipo de negocio. Si no se toman medidas preventivas a través de estrategias de cobertura para modificar las condiciones de las posiciones monetarias, no será posible reducir el impacto de la inflación en las empresas sujetas a un mercado inflacionario. Tener un plan es la clave para anticiparse a los tiempos de crisis que podrían presentarse.