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El caso Nokia: Caída y ascenso

Escrito por Equipo de redacción de Drew | 1/08/21 14:07

Las multinacionales no siempre constituyen una garantía de éxito permanente por más que se las considere indestructibles al paso del tiempo y vanguardistas en términos de innovaciones tecnológicas.

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Este es el caso de lo sucedido hace unos años con la empresa finlandesa de telecomunicaciones Nokia, que por no adaptarse al cambio más ambicioso de la telefonía móvil, que fue el smartphone, fue perdiendo estrepitosamente seguidores y sus teléfonos, que nada podían hacer contra la competencia, fueron quedando en el olvido. 

Si bien con el tiempo, Nokia logró recuperarse de aquella caída adaptándose finalmente a la demanda del mercado y de los usuarios exigentes incorporando el sistema operativo Android, le llevó varios años tras las sombras poder lograrlo, hasta que apenas hace dos o tres años su incipiente ascenso se hizo notar con el lanzamiento de los primeros smartphones que, para bien, aún conservan la marca distintiva de resistencia y durabilidad que catapultó a la marca.

En este artículo, te contamos todos los detalles de la caída y ascenso de Nokia, la empresa que un día fue líder del mercado y hoy conserva un lugar discreto junto a empresas líderes como Apple, Samsung, Xiaomi y Huawei. 

Historia de una caída y ascenso. 

Todo comenzó cuando en 2007, aun cuando Nokia todavía lideraba el mercado mundial de telefonía celular, se lanzó el primer teléfono inteligente iPhone, liderado por la prestigiosa Apple, que llegaba no solo para quedarse, sino para desbancar al gigante finlandés que empezaba a presentir su decadencia. 

Ante la cruda perspectiva de un mercado cada vez más exigente que alimentaba a competidores inalcanzables, la empresa decidió aunar sus esfuerzos con Microsoft para poder hacer frente con alguna chance a los sistemas operativos que imperaban ya por aquella época.  

Pero lamentablemente, tarde tomó conciencia de esta realidad porque, como muchas empresas con larga trayectoria, se resistía al cambio. No obstante, hizo el intento dando batalla.

En 2011, Nokia lanzó el Nokia N9, con el sistema operativo MeeGo. Luego también presentó las primeras terminales de la serie Asha, pero claramente el gigante finlandés buscaba apostar más fuerte en cuanto advirtió que perdían frente a otros competidores que ya habían lanzado teléfonos más avanzados que los N y los Asha.

Ejemplos de esta competencia desigual fueron los dispositivos Android que ya estaban lanzando Samsung y Sony Ericcson para acaparar el deseo de los usuarios con una cuota de mercado cada vez mayor. 

Fue entonces cuando en ese mismo año Nokia estableció una alianza estratégica con Microsoft para que todos los teléfonos inteligentes de la compañía incorporaran el sistema operativo Windows Phone, dejando de lado MeeGo y Symbian, excepto en los modelos más básicos. Dos años más tarde, en 2013, Microsoft anunció la compra de dispositivos móviles y el licenciamiento de las patentes de Nokia a partir de un acuerdo global. 

De esta alianza estratégica, nació la serie de teléfonos inteligentes Nokia Lumia, que contaban con el sistema operativo Windows Phone. Pero pese a todos los esfuerzos entre las dos multinacionales, los Nokia Lumia no lograron encantar a los consumidores porque la competencia liderada por IOS y Android no les dejaba margen de maniobra. 

Así finalmente en 2014 Microsoft decidió detener la producción de Windows Phones Lumia, una vez que comprendió que no tenía sentido luchar contra sistemas operativos más fáciles de usar, rápidos y eficientes para los usuarios. En consecuencia, anunció la última versión pública de Windows Phone 8.1.

La apuesta a Android.

Por la extensa trayectoria de Nokia en el mercado de la telefonía móvil, no fue fácil superar viejos preconceptos con respecto a preservar cierta marca distintiva de producir teléfonos resistentes de materiales duros y con las clásicas teclas. 

Es por eso que se durmieron en los laureles del éxito y no vieron venir el aluvión de Android e IOS, que se instalaba entre la gente para borrar de su memoria cualquier resabio de experiencia pasada con aquella tecnología obsoleta para la nueva era digital. 

Pasaron 10 años desde el jaque mate que iPhone y Android le hicieron a la orgullosa Nokia. Diez años de malas decisiones, de las cuales la alianza con Microsoft fue la peor de todas. Sin embargo, aún quedaba una luz de esperanza en este camino de oscuridad en la que se había sumergido la gigante finlandesa. Todavía quedaba la parte que Microsoft no había comprado, y esa fue su salvación.

Satya Nadella, el nuevo CEO de Nokia por aquella época (2015), hizo algo muy práctico para devolverle a la empresa finlandesa el prestigio de otrora: derribó todo lo que había construido Microsoft desde que la compró, no dejando casi ni un solo vestigio de esa alianza fallida. Había entendido que si quería resurgir como marca y recuperar la cuota de mercado perdida debía hacer algo distinto, no remover entre los escombros.

De este modo, tomó la mejor decisión que podía para recuperar al público que lo había abandonado: rendirse ante Android. Y lejos de parecer un acto poco arriesgado, fue la mejor decisión porque fue a lo seguro. Android se convirtió entonces en la respuesta que necesitaba la compañía para resurgir y volver a ser competitiva, y en 2017 la firma, junto a HMD, lanzó el Nokia 6, el primer smartphone de gama media que incorpora Android como sistema operativo. 

Aunque en principio solo fue lanzado al mercado chino, significó el regreso más esperado de la firma al mercado de la telefonía celular. Y no le fue nada mal porque la terminal se fue renovando en dispositivos cada vez más avanzados. 

Nokia forever.

Esta historia nos enseña que ninguna multinacional tiene el éxito asegurado si no se toman las decisiones correctas para mantenerse vigente, que fue precisamente lo que no hizo Anssi Vanjoki, el CEO de la compañía durante los inicios de Android, al pecar de orgullo y obstinación pretendiendo el éxito sin apostar al cambio. 

Luego la desesperación por no ir a la quiebra impulsa a la compañía a aliarse con Microsoft -la peor de las decisiones- y lanzar teléfonos muy interesantes pero no lo que los consumidores querían después de coquetear con Android y Apple, lo cual demuestra que hicieron un fallido estudio de mercado por creer inútilmente que su buyer persona seguiría comprando teléfonos chiquitos con teclas o pobres imitaciones de smartphones sin WhatsApp ni tienda de aplicaciones para descargar de manera gratuita e ilimitada. 

Pero como los fracasos nos enseñan a reinventarnos y mejorar, afortunadamente, Nokia se reinventó a sí misma cuando, manteniendo su diseño y materiales resistentes, aprovechó Android para crear teléfonos muy potentes que de a poco están escalando posiciones en el mercado. Y sigue siendo Nokia, su esencia de teléfono de calidad no se diluyó con el manoseo de Microsoft. 

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En palabras finales, esta fue la historia de la caída y ascenso de Nokia, una multinacional que lo tuvo todo para ser la mejor indefinidamente, pero las malas decisiones precipitaron su fracaso justo cuando la competencia adoptaba Android para hundirla más. Pero pensar en los clientes fue lo que la salvó, porque sus clientes querían Nokia con Android, y finalmente ahora lo tienen.