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Caso Ramo: Expansión de negocio exitosa

Escrito por Equipo de redacción de Drew | 29/01/23 14:00

A veces, las mejores ideas de negocios surgen de un arrebato de inspiración. Así podríamos asegurar que le ocurrió a Rafael Molano Olarte, el fundador de la empresa colombiana Ramo, todo un epítome de las empresas familiares que logró permanecer en el tiempo y mantener el legado de su modelo de negocio más allá de la simiente fundadora de Rafael y su esposa Ana, reuniendo lo más sobresaliente de las generaciones que los sucedieron y a los más destacados empresarios que se vincularon de alguna forma con Rafael.

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Ramo es el nombre de una tradicional empresa familiar de Colombia, que se destaca en el rubro gastronómico y de pastelería desde hace más de 70 años. Antes de convertirse en la empresa internacional que es hoy, Rafael había probado suerte vendiendo los ponqués elaborados por su madre que tanto le gustaban en el trabajo y algunas panaderías cercanas, como una manera de obtener ingresos extras, nada distinto a lo que hacen muchas personas.

Pero esa receta casera de la madre de Rafael para preparar los ponqués se convertiría en la gallina de los huevos de oro para él y la familia que logró construir con el tiempo, y con la que levantó el negocio de su vida. No te pierdas este nuevo caso de estudio en el que revelamos la historia de Ramo en Colombia, el gran éxito que acompañó a sus fundadores hasta su ocaso, y cómo la compañía logró reinventar su marca sin perder esencia. Descubre el caso Ramo.

 

La historia de Ramo: De receta familiar a emprendimiento exitoso

Rafael Molano Olarte demostró desde pequeño que tenía un carisma especial con las personas y un talento e intuición destacados para los negocios, por lo que a los 17 años, tras terminar sus estudios de bachillerato, decidió irse de la casa para construir su propio destino. Empezó de abajo como repartidor de periódicos en Bogotá y luego se trasladó a Barranquilla, donde consiguió trabajo en el Hotel Astor.

En poco tiempo, demostró tanta destreza y un excelente desempeño que le permitió ascender rápidamente y obtener el puesto de gerente del hotel, y solo valiéndose de su gran carisma, adaptación y aprendizaje, ya que nunca fue a la universidad. Sin embargo, esto no le impidió levantar su propio negocio años más tarde. 

En la década de 1940, Rafael dejó de trabajar en el hotel para regresar a Bogotá para trabajar en la empresa logística de un empresario con el que había hecho buenas migas. En su nuevo trabajo se repite la historia de ascensos y éxito desempeñando un puesto de liderazgo, pero a esto hay que sumarle el vínculo que forma con Ana Luisa Camacho, una joven con la que se termina casando y formando una familia.

Ya estando casado y en su flamante empleo, Rafael compartía con sus compañeros los ponqués que le preparaba su madre a base de una vieja receta familiar. Fue tanto el éxito de estos ponqués que se le ocurrió llevar más cantidad para comercializarlos. Como la demanda crecía, pensó que sería propicio intentar ofrecer la mercancía en algunas panaderías de la zona para ver si funcionaba entre los clientes. 

A medida que la demanda seguía en aumento, Rafael tuvo que enseñar la receta de los ponqués a su esposa para que los elaborara, pero pronto también necesitaron expertos cocineros para replicar la receta de la madre en una producción en serie. Entonces, en 1950 el negocio de los ponqués se oficializó para la familia, por lo que Rafael terminó renunciando a su empleo en la empresa logística para dedicar todo su tiempo al crecimiento de su emprendimiento. 

Con el aumento de las ventas, ampliaron su capacidad de producción, lo que obligó a Rafael a solicitar un crédito de la Cooperativa de Bavaria para invertir en su reciente empresa. El nombre de Ramo surge como analogía a los ramos cuando se comenzaron a utilizar cintas para envolver los ponqués.

A partir de 1964, la empresa Ramo se vio en la necesidad de industrializarse. Para esto, Rafael saca un nuevo crédito para invertir en infraestructura y maquinaria para producir en masa y de forma estandarizada. Este paso les permitió desarrollar una nueva línea de productos como el Ponqué Ramito y Ponqué Gala, que se hicieron muy populares entre sus clientes. 

La organización Sales & Marketing Executive International entregó a Ramo el premio Top 20 en Marketing por ser elegido como mejor caso de mercadeo de alimentos del mundo. En 2014, a los 91 años, muere Rafael Olarte, después de dedicar casi toda su vida al negocio, causando una gran desazón en la familia. Pese a casi peligrar la continuidad de la empresa sin su fundador, lograron recuperarse al introducir expertos fuera del ámbito familiar para que les aportara una nueva mirada para lograr la expansión.

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Ramo, una empresa con responsabilidad social

A medida que la empresa crecía, Rafael y Ana desarrollaron distintas organizaciones sociales y de apoyo empresarial, como el Gremio de los panaderos, el club de ejecutivos en Bogotá, el Instituto colombiano de Administración (INCOLDA) y la Asociación Colombiana de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (ACOPI). Al mismo tiempo, invirtieron en educación y se ocuparon de ofrecer herramientas a las personas con escasos recursos para que pudieran progresar.

En 2017, se llevó a cabo un proyecto llamado Tiendas Ramo que buscaba principalmente acercar la marca a los consumidores y reducir la producción de desperdicios, ofreciendo descuentos en productos de corto vencimiento. La iniciativa fue reconocida como ejemplo de negocio sostenible debido al gran impacto ambiental y social que genera.

Años más tarde, se lanzaron al mercado internacional a través de alianzas estratégicas para distribuir sus líneas de productos más exitosos en Estados Unidos, Australia, Canadá, México, Chile y Paraguay. Aunque es innegable el proceso de internacionalización que está logrando la marca apuntando a la transnacionalización, el objetivo de la empresa para el futuro es instalar fábricas en esos países donde se comercializan sus productos.

La razón específica de la presencia internacional física es para asegurar la calidad, frescura y sabor de los alimentos, ya que gran parte de su valor diferencial reside en evitar los conservantes artificiales. Seguramente, alcanzarán este objetivo, de la misma forma que han logrado todos los que se propusieron, si bien la muerte de su fundador y guía los desestabilizó emocionalmente, desviando a la empresa momentáneamente de su eje, no tardaron en recuperarse y comprender la importancia de saber delegar responsabilidades a profesionales de confianza.

Así evitarán en el futuro delegar todo el peso de la empresa en una sola persona, entendiendo que se pueden mejorar los resultados enseñando todo lo que saben, como de hecho Rafael ya hizo con su esposa, sus hijos y muchos colaboradores a los que formaron en las fábricas de masas, pero esta vez ir más allá formando nuevos líderes además de operarios eficientes.

Hoy en día, Ramo tiene su propia tienda virtual y es presidente de la compañía el ex director general de Bimbo, empresa que en su momento intentó sin éxito adquirir Ramo. Tiene presencia internacional en 8 países, factura más de 120 millones de dólares al año, genera empleo para más de 3.500 personas y es una de las empresas más populares y queridas por la gente de Colombia debido a su compromiso social, ambiental y empresarial que trascendió las fronteras y límites de lo que fuera en sus comienzos un negocio familiar.

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En palabras finales, el caso Ramo pone en evidencia que las mejores ideas de negocios pueden surgir del más tierno acto de amor de una madre cuando cocina lo mejor que sabe hacer para su hijo, y en este caso, logró que una receta familiar se convirtiera en un proyecto de vida rentable para toda la familia y muchas más que se beneficiaron con el trabajo. Gracias a tanto esfuerzo, hoy miles de clientes disfrutan de los productos Ramo como la elaboración artesanal que siempre ha sido.