En un contexto donde las empresas buscan ser más ágiles, sostenibles e innovadoras, Cervecería y Maltería Quilmes anunció una profunda transformación organizacional que marcará su rumbo hacia 2026.
Este artículo analiza cómo la compañía está redefiniendo su modelo de management para alinearse con las nuevas exigencias del mercado y las tendencias globales en liderazgo, digitalización y sostenibilidad. A la vez, examina qué pueden aprender otras empresas latinoamericanas sobre liderazgo adaptativo, cultura organizacional y planificación estratégica a partir de este proceso.
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A fines de octubre de 2025, Quilmes comunicó una reestructuración de su estructura organizacional que apunta a integrar sus operaciones del Cono Sur bajo un modelo de gestión más ágil y colaborativo. Martín Ticense, hasta entonces presidente de la compañía en Argentina y Uruguay, asumió un nuevo rol global en AB InBev (matriz de Quilmes) como Presidente de Marcas Core. En su lugar, Pablo Panizza —actual Head Global de Ventas y Distribución de AB InBev con base en Nueva York— regresará al país para liderar la nueva Unidad de Negocios Latinoamérica Sur, que unificará las operaciones de Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Paraguay.
La creación de esta unidad representa mucho más que un cambio de nombres. Responde a una necesidad estratégica: potenciar sinergias regionales, acelerar la innovación y fortalecer el rol de Argentina como centro operativo clave dentro del ecosistema AB InBev. Esta nueva estructura busca combinar visión global y ejecución local, manteniendo la autonomía de cada mercado pero con mayor coordinación en áreas críticas como logística, marketing, sustentabilidad y análisis de datos.
Uno de los objetivos centrales de esta reestructuración es consolidar un modelo de management orientado a la agilidad y la toma de decisiones basada en datos. En un entorno empresarial caracterizado por la volatilidad y la hipercompetencia, las jerarquías rígidas pierden efectividad. Quilmes apuesta por equipos más interconectados, multidisciplinarios y con mayor capacidad de reacción.
Esta transición implica también un cambio cultural profundo: pasar de la planificación a largo plazo a una gestión iterativa, donde se experimenta, se aprende rápido y se ajusta en función de los resultados. En este nuevo paradigma, la tecnología y el análisis predictivo juegan un papel clave, permitiendo anticipar comportamientos de consumidores, optimizar rutas de distribución y diseñar estrategias comerciales más efectivas.
El enfoque “data-driven” no solo mejora la eficiencia, sino que democratiza la información, empoderando a los equipos para tomar decisiones con base en evidencia y no únicamente en jerarquías.
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Cervecería y Maltería Quilmes ya venía impulsando una transformación digital profunda. La creación de BEES, su plataforma B2B para clientes minoristas, marcó un hito en la digitalización de su cadena de valor. A través de esta aplicación, miles de pequeños comercios pueden gestionar pedidos, promociones y servicios financieros desde un mismo espacio, generando datos valiosos sobre consumo y distribución.
Con la nueva estructura regional, el desafío será ampliar el impacto de estas soluciones tecnológicas y compartir aprendizajes entre mercados. El enfoque colaborativo permitirá acelerar la innovación, reducir costos y desarrollar productos o formatos adaptados a diferentes contextos culturales y económicos.
La compañía también busca fortalecer su portafolio de productos sin alcohol, bajos en calorías y más sostenibles, una tendencia que responde al cambio en los hábitos de consumo y al creciente interés de los consumidores por marcas con propósito.
La sostenibilidad se ha convertido en uno de los pilares centrales del nuevo management de Quilmes. No se trata solo de responsabilidad ambiental, sino de una estrategia integral de negocio que abarca eficiencia energética, economía circular y desarrollo de comunidades locales.
En los últimos años, la empresa ha invertido en plantas de tratamiento de agua, energías renovables y programas de reciclaje, y ha impulsado la producción local de cebada y malta. Este enfoque no solo reduce la huella ambiental, sino que también fortalece el vínculo con productores y proveedores locales, generando un impacto positivo en toda la cadena de valor.
El nuevo modelo regional permitirá escalar estas iniciativas y compartir buenas prácticas entre países, consolidando un liderazgo que combina rentabilidad y compromiso social.
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La transformación de Quilmes refleja una tendencia regional hacia estructuras más horizontales y adaptativas. Las empresas latinoamericanas están reconociendo que el liderazgo tradicional, centrado en el control y la supervisión, resulta insuficiente para los desafíos actuales.
El nuevo liderazgo que propone Quilmes es inspirador, colaborativo y orientado al aprendizaje. Impulsa la autonomía de los equipos, promueve la diversidad de pensamiento y prioriza la escucha activa. Esta visión se alinea con un contexto donde los talentos buscan entornos laborales más flexibles, con propósito y con oportunidades reales de crecimiento.
La clave del éxito radica en integrar innovación, sostenibilidad y cultura bajo una estrategia común. No se trata solo de reorganizar organigramas, sino de reimaginar cómo las personas trabajan, se comunican y construyen valor colectivamente.
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De cara a 2026, Cervecería y Maltería Quilmes apunta a consolidarse como un referente de liderazgo ágil y sostenible en América Latina. Su nuevo modelo regional le permitirá adaptarse más rápido a los cambios del mercado, aprovechar las oportunidades del comercio digital y fortalecer su rol como actor responsable frente a los desafíos ambientales y sociales.
Para el ecosistema empresarial latinoamericano, este caso ofrece una lección valiosa: el futuro de la competitividad no depende solo de la innovación tecnológica, sino de la capacidad de las organizaciones para reinventar su cultura y su liderazgo.
En definitiva, la reestructuración de Quilmes no solo anticipa el futuro de la industria cervecera, sino también el de la gestión empresarial en toda la región. Las empresas que aprendan a equilibrar propósito, datos y personas serán las que lideren la próxima década.