En un panorama empresarial impulsado por la transformación digital y los cambios en los hábitos de consumo, la revisión de fin de año se convierte en un punto de inflexión estratégico. Este momento es clave para que las empresas evalúen la solidez de su posicionamiento y redefinan su propuesta de valor ante un 2026 que vendra marcado por la competencia, la innovación y la demanda de experiencias más personalizadas.
Para los gerentes comerciales, revisar y fortalecer la estrategia de marca no es solo una tarea de marketing: es una acción de liderazgo que asegura relevancia, coherencia y crecimiento sostenido.
A lo largo de este artículo analizaremos cómo comprender la percepción del cliente, diferenciarse de la competencia y mantener coherencia en todos los canales, culminando con un framework práctico para redefinir la estrategia de branding de cara al futuro.
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Comprender cómo los consumidores perciben la marca es el primer paso para cualquier ajuste de posicionamiento. Las percepciones moldean decisiones de compra, niveles de confianza y fidelidad. Por ello, integrar encuestas, análisis de datos y monitoreo en redes sociales resulta esencial para capturar la voz real del cliente.
Un estudio de McKinsey & Company señala que las empresas centradas en la experiencia del cliente pueden aumentar sus ingresos hasta un 10%. Para los líderes comerciales, esto significa tomar decisiones basadas en información verificada y no en suposiciones: escuchar activamente, analizar patrones de comportamiento y detectar las brechas entre la promesa de la marca y la experiencia percibida.
De esta observación surgen las oportunidades más valiosas: mejorar la conexión emocional, ajustar mensajes clave y diseñar una identidad que refleje con precisión los valores y expectativas del público.
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En mercados saturados, donde los consumidores pueden elegir entre múltiples alternativas, diferenciar la marca se convierte en una necesidad estratégica. Según Deloitte, las organizaciones que logran distinguirse mediante propuestas de valor claras y relevantes aumentan su capacidad de conquistar nuevos segmentos.
El proceso implica realizar un análisis competitivo riguroso: observar cómo comunican sus competidores, qué valores proyectan y qué espacios aún no están ocupados. La clave está en identificar aquello que la marca puede ofrecer de manera única —ya sea innovación, personalización o sostenibilidad— y hacerlo visible en cada punto de contacto.
La diferenciación no se trata solo de decir algo distinto, sino de hacer algo distinto. Incorporar prácticas sostenibles, experiencias omnicanal o propuestas centradas en el cliente puede fortalecer la relevancia de la marca y su percepción de autenticidad.
Una marca coherente inspira confianza. De acuerdo con HubSpot, las empresas que mantienen un mensaje consistente en todos sus canales logran un incremento del 23% en sus tasas de conversión. La coherencia refuerza la identidad y facilita el reconocimiento: el cliente sabe qué esperar, sin importar dónde interactúe con la marca.
Por eso, los gerentes comerciales deben garantizar que cada punto de contacto —desde el sitio web y las redes sociales hasta la atención postventa— exprese los mismos valores, tono y propósito. Esta uniformidad no significa rigidez, sino alineación: adaptar los mensajes al contexto sin perder la esencia.
Además, mantener esta coherencia es vital para responder a las nuevas tendencias y cambios culturales. Las marcas que logran proyectar una identidad sólida y adaptable se perciben como confiables, contemporáneas y relevantes.
Ante un 2026 cada vez más competitivo, las empresas necesitan un enfoque sistemático para redefinir su posicionamiento de marca y asegurar su vigencia. Este framework de cuatro pasos ofrece una guía práctica para gerentes y equipos comerciales:
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Con el nuevo año en el horizonte, revisar la estrategia de marca no es un ejercicio cosmético, sino una inversión en competitividad.
Alinear la percepción del cliente, reforzar la diferenciación y mantener coherencia comunicacional permite a las marcas proyectarse con fuerza y autenticidad en un contexto de cambio constante.
En Drew, comprendemos que el ajuste de posicionamiento es un proceso dinámico que combina análisis, creatividad y visión estratégica. Las marcas que asuman este desafío con enfoque integral estarán mejor preparadas no solo para destacar en 2026, sino para construir una presencia sólida y sostenible en los años que vienen.