Cuando hablamos de planeación estratégica, existen varios mitos que están presentes en los altos mandos de las empresas.
Se considera que, cuando una empresa está en una etapa incipiente, no cuenta con la maduración necesaria para iniciar una planeación. Sin embargo, toda empresa sin importar el número de colaboradores podría estimar una planeación para contar con un rumbo a seguir.
A continuación, se detallarán algunos mitos a derribar en torno a la planeación estratégica:
La planeación es un proceso, y como todo proceso requiere madurez. Llevarla a cabo involucra un proceso de reflexión. Existe el mito de que para iniciar este proceso se debería contar con una estructura que califique como “gran empresa”. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas también deberían contemplar una planeación estratégica, para contar con una dirección y un horizonte de hacia dónde ir.
Incluso cuando hay un entorno altamente cambiante y cuando las condiciones en juego son más volátiles, la planeación ayuda a tener esa dirección asentada. Por eso, cuando las fuerzas circundantes generan desvíos, una empresa preparada para la planeación estratégica está lista para enfrentar estos obstáculos.
Planear significa detenerse a hacer un proceso reflexivo que permita hacer una evaluación de hacia dónde ir, incluso cuando hay condiciones desfavorables, para poder ajustar, posicionar y anticipar situaciones.
Asimismo, una pyme (una organización de no más de 100 colaboradores) no puede prescindir de la ayuda de la planeación estratégica, ya que es una estructura lo suficientemente compleja que puede prestar desafíos en términos de gestión.
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Otro aspecto a desmitificar es que no hace falta contar con una planeación debido a que, en algunas pymes, genera connotación positiva el líder que soluciona problemas diarios de la práctica operativa.
Sin embargo, esa no debería ser la ocupación de un gerente ya que no es su función centrarse en los desafíos de la operación diaria. Por eso, en una empresa preparada para la planeación estratégica, el líder debe tomar el rol del estratega con una mirada integral y de amplia perspectiva, que permita el análisis de la propia organización.
Lo aconsejable es que todo director o gerente pueda hacerse preguntas mirando un panorama a largo plazo y no centrarse en mitigar errores típicos del día a día. Además, es importante hacer una visión del competidor, que puede estar contando una planeación más sofisticada. Por eso, es importante evaluar las tendencias de mercado, repensando los procesos y la estrategia.
El valor de una empresa preparada para la planeación estratégica reside en pensar cómo marcar la diferencia en el valor percibido de los clientes, por lo que permite competir mejor en el mercado: el diferencial es la razón por la que los clientes eligen esta propuesta.
Tener en cuenta la planeación de la competencia depende del modelo de negocio de cada rubro: siempre hay que contemplar que el servicio o producto ofrecido no es el único. Por esta razón, planear es un espacio de mejora que permite optimizar la competitividad. Recordemos que una mejor estrategia competitiva se gana en la mentalidad de los clientes que son quienes eligen y tienen la decisión final.
En líneas generales, la planeación estratégica se efectúa pensando en un plazo de los próximos dos a cuatro años, donde se formalizan los objetivos y se plasman las líneas de acción a tomar y el plan operativo.
Esta planeación no debe quedar solo efectuada en un documento, sino que es importante su implementación y ejecución y que no quede solo formalizado en ideas archivadas que no se llevan a cabo.
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Toda empresa que cuente con un mínimo de 100 colaboradores se considera que está preparada para efectuar una planeación estratégica. Aunque pueden elegir no hacerlo, implementar una planeación es útil tanto en las pequeñas y medianas empresas como en las grandes corporaciones, además de que sus líderes deben asumir una mirada holística y a futuro para afrontar los desafíos que se presenten.