El origen de la máquina de escribir se remonta al año 1714, cuando el británico Henry Mill presenta una patente inglesa sobre lo que parecía un método artificial de transcripción de letras.
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Poco tiempo después, varios inventores proponen distintos procedimientos de escritura mecánica tales como Friederich von Knaus (1753- 1760), Graf von Neipperg (1762), Pingeron (1780), Louis Jacquet (hacia 1780) y L’Hermina (1784). Sin embargo, los sistemas que desarrollan aún siguen ligados a la escritura manuscrita.
La búsqueda de procedimientos mecánicos de escritura obedece a las necesidades de las sociedades de acelerar las comunicaciones frenadas por la actividad manuscrita de los copistas y dar un carácter a la vez más oficial y más impersonal a las directivas comerciales y políticas.
Sin embargo, quien revolucionara el concepto de escritura a máquina en el siglo XX y que significó una apertura de mercado hacia una forma más organizada de escritura no manuscrita, fue el italiano Camillo Olivetti. En el artículo de hoy, nos vamos a enfocar, no en la historia en sí de la máquina de escribir, sino en la marca que significó el futuro de las máquinas de escribir: el caso Olivetti.
Todo comenzó cuando en 1892 un joven Olivetti acababa de graduarse de ingeniero electrónico y decidió emigrar a Estados Unidos donde consiguió un empleo como asistente en el Departamento de Ingeniería Eléctrica de Stanford. Fue ahí donde entró en contacto con las primeras máquinas de escribir.
Dos años más tarde, regresó a Italia para ejercer como abogado comercial del fabricante estadounidense Williams. A partir de ese momento, comprendió que el futuro de las máquinas de escribir dependía de una gran apuesta comercial desarrollando un producto que facilitara la transcripción de caracteres de una forma eficiente y práctica.
En la ciudad piamontesa de Ivrea, funda la Sociedad de Ingeniería Olivetti y Co, pero antes de comenzar con la producción de las propias máquinas, viajó nuevamente a los EEUU para estudiar el mercado de las máquinas modernas norteamericanas, ya que de esa forma podría conocer detalladamente su funcionamiento y mejorarlo.
En 1911 se lanzaron los primeros modelos de máquinas Olivetti, que eran esencialmente modestas, pero el Ministerio de la Marina Italiana encontró valor en ellas y realizó un pedido de 100 máquinas M1.
Con el paso del tiempo, el ritmo de la producción de máquinas fue creciendo gradualmente, tal es así que en 1914 el negocio contaba ya con 100 trabajadores y producía más de 20 máquinas por semana.
La demanda de máquinas fue en aumento también y el mercado de la comunicación cambió notablemente con la aceleración de la información a través de estas máquinas que reducían un montón de tiempo de copiado y la edición era mucho más pulida con los tipos móviles.
A partir de la década de 1930, la compañía comenzó a desarrollar técnicas de producción en masa (13.000 máquinas al año) y abrió filiales en el extranjero. De hecho, la primera filial se creó en España, seguida de Bélgica y varios países de Latinoamérica.
En los años sucesivos, la empresa crece rápidamente ampliando y diversificando la oferta y desarrollando la presencia comercial en Europa y en el mundo. Se lanzan nuevos modelos de máquinas de escribir (entre ellos los primeros portátiles), y luego télex, calculadoras, muebles y equipamiento para la oficina. También, se desarrolla la línea de máquinas de escribir y calculadoras eléctricas. Ingresa, por otra parte, en el campo de las máquinas y control numérico.
Pero fue Adriano Olivetti, hijo de Camilo, quien proporcionó el impulso definitivo al negocio y diversificó su actividad a la fabricación de otros instrumentos como calculadoras, faxes e incluso muebles de oficina. También a él le debemos la conversión de Olivetti en un auténtico gigante del sector a nivel mundial, compitiendo con la alemana Olympia.
Adriano Olivetti, el hijo de Camilo, manifiesta una preocupación por el desarrollo de la tecnología, la innovación y la calidad de los productos. Refuerza la presencia en los mercados internacionales, se ocupa del diseño industrial, iniciando una larga trayectoria que hasta el día de hoy continúa. Pero además de esto enfrenta las problemáticas sociales del trabajo y la relación entre empresa y territorio.
Los años 50 señalan una etapa de crecimiento con el lanzamiento de la máquina de escribir portátil Lettera 22, de gran éxito a nivel mundial. De esta forma, Olivetti se posiciona como líder en la tecnología mecánica de los productos para oficina. Uno de ellos es la calculadora Divisumma 24, la cual en 1967 llegó a sumar el millón de unidades producidas.
En 1959 Olivetti añade la adquisición de la Underwood Typewriter Company, gran empresa americana de máquinas de escribir. Además Olivetti, en aquellos años, irrumpe con fuerza en la emergente tecnología electrónica.
Fruto de estas inversiones es la introducción, en 1959, de una de las primeras supercomputadoras a transistores, la Elea 9003 desarrollada por un pequeño equipo de investigadores dirigidos por el ingeniero electrónico italiano de origen chino Mario Tchou (1924-1961).
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La muerte de Adriano Olivetti en 1960 y una serie de dificultades financieras obligan a la compañía a establecer variaciones en su modelo de negocios. Una de ellas fue dejar de lado el foco en la electrónica para orientarse más a la creación de productos que operan con la tecnología informática. Fue así que en 1965 lanzaron un calculador de mesa programable con tarjeta mecánica: la Programma 101.
Para muchos tecnólogos, este producto que lanzó la compañía fue considerado un antecedente de la computadora.
En lo que a productos para oficina se refiere, la oferta Olivetti se extiende a los productos para la escritura electrónica y calculadoras, también se producen impresoras, faxes, cajas registradoras, fotocopiadoras y accesorios. En este campo el desarrollo de la tecnología a chorro de tinta abre la puerta a nuevos negocios y ofrece nuevas oportunidades de crecimiento.
En la primera mitad de los años 90, la intensificación de la competencia, la caída de los precios y de los márgenes en toda la industria informática mundial, la debilidad del mercado europeo, y en particular del italiano, llevan a Olivetti a una larga y costosa reestructuración de la actividad.
Intuyendo el fuerte potencial de desarrollo de las telecomunicaciones, Olivetti desarrolla junto a otros inversores (entre algunos de los mayores operadores mundiales de telecomunicaciones) la sociedad Omnitel, con el objetivo de operar en la telefonía móvil.
Omnitel pasa a ser operativa a fines de 1995, tras la adquisición de la oportuna licencia e inicia una historia de gran éxito. Siguiendo las mismas líneas estratégicas, en 1995 se crea Infostrada para operar en la telefonía fija. Se trata de dos operaciones destinadas, en el giro de pocos años, a cambiar la imagen de Olivetti y a proyectarla hacia una nueva etapa de desarrollo.
Olivetti toma la iniciativa también de introducirse en la industria de las computadoras personales, cuando en 1982 presenta el M20, la primera computadora fabricada en Europa. Este dispositivo utiliza el sistema operativo PCOS, incompatible con el DOS de IBM. Entonces, Olivetti abandona el proyecto anterior para enfocarse en el M24, una computadora que sí es compatible con los estándares emergentes.
En este nuevo tipo de mercado, que ofrece enormes beneficios, las otras industrias no quieren quedarse afuera y en vez de proponer su versión de PC se especializan en los distintos componentes que forman una computadora.
Olivetti y las demás compañías del sector intentan estar al frente de las continuas innovaciones tecnológicas, pero lentamente se ven obligados a comprar las distintas piezas en lugar de producirlas para que sus productos salgan al mercado con un precio competitivo.
Esto conlleva una reducción importante de los beneficios y de una pérdida considerable de puestos de trabajo, siendo el hardware el único elemento que se sigue produciendo en Olivetti.
A raíz de esta crisis, nace Olivetti Systems & Network s.r.l para hacerse cargo del sector deficitario de la producción de computadoras personales y en 1996 crea Olivetti Personal Computer, aunque no consigue obtener los resultados esperados en la industria.
Pero pese a la difícil situación, Olivetti logra adaptarse a las nuevas condiciones del mercado, centrándose sobre todo en la fabricación de impresoras y faxes de inyección y de impresoras bancarias (con las que es número 1 en el mercado mundial) y en la comercialización de una gran gama de máquinas de oficina (copiadoras, multifuncionales, impresoras, tablets), y retail (TPV,S y registradoras, con las que está casi siempre en el número uno a nivel nacional).
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Para concluir, diremos que el caso Olivetti es quizá de nuestros casos de estudio el que menos bajas ha sufrido. No por el hecho de que la empresa no haya tenido que atravesar crisis financieras o no fuera superada por sus competidores, sino porque buscó reinventarse constantemente comprendiendo que el futuro de la máquina de escribir sería la computadora que hoy conocemos.
Es por eso que incursionar en otros rubros de la industria, como las telecomunicaciones y la fabricación de PC e impresoras para oficinas, le permitió continuar vigente hasta el día de hoy y que la marca Olivetti sea más que una reliquia de las generaciones pasadas.