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Caso Enron: La importancia de la ética empresarial

Escrito por Equipo de redacción de Drew | 7/05/23 14:00

Hay empresas que se hacen famosas por su valor agregado al cliente, los principios de su modelo de negocio, el capital de marca o lo disruptivas que pueden ser para acaparar el mercado. Pero hay otras que se destacan por ser exactamente lo contrario, problemáticas y polémicas. Este es el caso de Enron, la empresa energética estadounidense que se fue a la quiebra en 2001 después de casi 20 años de haber logrado una posición importante en el mercado. 

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La compañía brindaba un servicio que parecía transparente e innovador, pero de un momento a otro salieron a la luz una serie de escándalos relacionados con prácticas contables cuestionables, en las cuales se inflaba artificialmente las ganancias y se omitía las deudas, A los ojos de los consumidores, Enron era una empresa rentable que tenía una sólida reputación, pero entre las sombras había creado una red compleja de empresas subsidiarias y entidades fuera de su balance, con el único objetivo de ocultar las pérdidas y maquillar las ganancias.

Como si de una persona sin autocrítica se tratara, la compañía se encargó de evitar hacer reportes de sus ingresos y los gastos reales, y en cambio, solo se preocupó por dejar reflejado los beneficios, que no eran tales. En este nuevo caso de estudio, vamos a detallar la historia de un fraude monumental que llevó a Enron a la quiebra traicionando su ética profesional. Conoce el caso Enron

 

Historia de Enron: La gran estafa

Enron fue una compañía fundada en 1985 por Kenneth Lay, con sede en Houston (Texas), Estados Unidos, que se inició en el negocio de la transmisión y distribución de energía eléctrica y gas natural, pero con el tiempo se fue expandiendo a otros sectores energéticos. Durante la década del 90, Enron se convirtió en una de las empresas más exitosas e importantes de EE. UU. 

Enfocada en la comercialización de energía, Enron negociaba contratos de compra y venta de electricidad y gas natural en los mercados financieros. Por otra parte, la empresa también había invertido en proyectos de infraestructura energética, como la construcción de una red de gasoducto india. 

Enron también se caracterizó por cultivar una cultura empresarial agresiva y competitiva, orientada a maximizar los beneficios y ocultar las deudas. Mientras estuvo vigente, la empresa fue precursora en el uso de la tecnología de la información para el comercio de energía, y también fue una de las primeras en incorporar el comercio electrónico en su modelo de negocio. Sin dudas, sus intenciones e ideas eran buenas, pero fueron tan mal ejecutadas que las consecuencias fueron desastrosas.

Esto desencadenó que en 2001 saliera a la luz un escándalo financiero masivo que reveló ganancias inexistentes y hasta inversores estafados. La situación empeoró cuando se reveló que el auditor de Enron, Arthur Andersen, para revisar y aprobar sus estados financieros, había publicado informes engañosos y destruido documentos en un intento de encubrir los negocios fraudulentos de la compañía. 

Andersen fue encontrado culpable por una corte de distrito de Estados Unidos, pero para cuando la Suprema Corte revocó la sentencia, ya la empresa había perdido a la mayoría de los clientes y caído en la quiebra. Los trabajadores y accionistas recibieron devoluciones limitadas, pese a las grandes pérdidas que habían sufrido en pensiones y precios de acciones.

Cuando se hizo público el escándalo, los inversores perdieron miles de millones de dólares y finalmente la empresa se declaró en quiebra en diciembre de 2001. Los directivos de Enron incluyendo a Kenneth Kay y al CEO Jeffrey Skilling, fueron condenados por fraude y conspiración en 2006. 

La polémica generada tras el escándalo de Enron, que minó la confianza del entorno financiero, impulsó la aprobación de la Ley Sarbanes Oxley, una importante legislación de regulación financiera creada para prevenir estafas en el futuro.

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La ausencia de ética empresarial en Enron

La ética empresarial es el conjunto de valores y principios que guían las acciones y decisiones de una empresa en el cumplimiento de los objetivos y responsabilidades hacia los clientes, colaboradores, proveedores, accionistas, la comunidad y el medio ambiente. Cuando se opera de manera ética, las empresas construyen una reputación positiva y obtienen la confianza de sus clientes, colaboradores y del público en general, lo que ayuda a promover la lealtad del cliente.

También es parte de la ética empresarial el cumplimiento de las leyes y regulaciones aplicables, a fin de evitar sanciones y multas. Tampoco hay que olvidar la retención de colaboradores a través de buenas condiciones de contratación  y la responsabilidad social con respecto al impacto ambiental, que son dos aspectos claves para una permanencia duradera de las empresas en el mercado.

Sin embargo, Enron terminó traicionando su ética empresarial desde el momento en que decidió ocultar los verdaderos registros financieros con números maquillados, engañando la confianza de las personas. Con el objetivo de revelar datos que fueran más positivos de lo que en realidad eran, Enron vendió una imagen de empresa rentable y exitosa, con ganancias elevadas y sin deudas, cuando la realidad era bien diferente.

Con el engaño en los informes, Enron pierde credibilidad en el sector financiero, y no solo no pudo recuperarse, sino que las excesivas deudas obligaron a la compañía a ir a la bancarrota. A esto hay que agregar la mala reputación generada por falsear los números de manera favorable. La pregunta que nos surge es, ¿por qué la compañía recurrió a este artilugio tan ilegal? Las razones son diversas.

El fin justifica los medios

La cultura empresarial de Enron se caracterizaba por una obsesión por el crecimiento y la rentabilidad a cualquier precio. Los ejecutivos estaban dispuestos a hacer cualquier acción para mantener el precio de las acciones en alza y aumentar sus propios ingresos y bonificaciones, incluso si eso significaba manipular los estados financieros y engañar a los inversionistas.

Manipulación de la información

La empresa utilizó técnicas contables complejas y poco transparentes para ocultar sus deudas y presentar una imagen falsa de éxito financiero. Enron desarrolló una serie de entidades de propósito especial (SPE) que eran utilizadas para mantener las deudas de la empresa fuera de los libros contables principales, lo que permitió que la empresa arrojara estados financieros falsos y engañosos. Además, Enron utilizó la contabilidad creativa para inflar sus ingresos y ocultar sus pérdidas.

Accionar cómplice con una auditoría

Finalmente, la compañía también contó con la complicidad de las firmas de auditoría y calificación crediticia, que no realizaron un trabajo adecuado al revisar los estados financieros y las operaciones de la empresa. Esto permitió que Enron continuara operando de manera fraudulenta durante años sin ser detectada.

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En palabras finales, el caso Enron es un ejemplo de todo lo que no se debe hacer en la gestión empresarial. Los valores de la empresa basados en el crecimiento a sin importar los medios ya habla por sí sola. Esta motivación principal fue lo que cegó los ideales de la compañía e impulsó a su gente a ir por izquierda manipulando la realidad con números falsos. Actuaron tan bien su personaje de empresa exitosa que se creyeron su propia mentira y no hicieron nada por blanquear su situación financiera, sino todo lo contrario, llevando el fraude de su negocio hasta las últimas consecuencias.

El desenlace de esa historia nos demuestra que si no hay ética empresarial en las acciones de una organización, tarde o temprano si estas son fraudulentas y deshonestas quedarán en evidencia. El único camino para el éxito empresarial es brindar soluciones de valor, no hacerse millonario a cualquier costo.